VATICANO,
La Sala de Prensa de la Santa Sede ido a conocer hoy el mensaje de Juan Pablo II para la XCI Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados 2005, fechado el 24 de noviembre de 2004 y centrado en el crítico tema de la “Integración intercultural” de los emigrantes en el mundo.
En la Carta, el Pontífice afirma que la a integración “es un proceso largo, encaminado a formar sociedades y culturas, haciendo que sean cada vez más reflejo de los multiformes dones de Dios a los hombres”.
“En ese proceso –subraya-, el emigrante se esfuerza por dar los pasos necesarios para la integración social, como el aprendizaje de la lengua nacional y la adecuación a las leyes y a las exigencias del trabajo, a fin de evitar la creación de una diferenciación exasperada”.
En el mensaje, centrado en las implicaciones de la dimensión intercultural de la emigración, el Santo Padre escribe también que “al insertarse en un ambiente nuevo, el inmigrante con frecuencia toma mayor conciencia de quién es, especialmente cuando siente la falta de personas y valores que son importantes para él”.
“En nuestras sociedades, marcadas por el fenómeno global de la migración, es preciso buscar un justo equilibrio entre el respeto de la propia identidad y el reconocimiento de la ajena. En efecto, es necesario reconocer la legítima pluralidad de las culturas presentes en un país, en compatibilidad con la tutela del orden, del que dependen la paz social y la libertad de los ciudadanos”.
“En efecto –sigue el Santo Padre- se deben excluir tanto los modelos de asimilación, que tienden a hacer que el otro sea una copia de sí, como los modelos de marginación de los inmigrantes, con actitudes que pueden llevar incluso a la práctica del 'apartheid'”. El Papa agrega que es necesario “el diálogo entre hombres de culturas diversas en un marco de pluralismo que vaya más allá de la simple tolerancia y llegue a la simpatía. En cambio, se debería promover una fecundación recíproca de las culturas”.