“Todo está conectado”, escribió el Papa Francisco —hasta en cinco ocasiones— en su encíclica Laudato Si´. Un texto que, desde su publicación en 2015, se convirtió en una referencia para la protección del medio ambiente y un recordatorio incómodo para muchos otros: la tierra está herida y el hombre con ella.
Con Laudato Si´: Sobre el cuidado de la casa común, el Papa Francisco se hizo eco de las palabras de San Francisco de Asís, quien consideraba toda la creación “como una hermana, con la cual compartimos existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos” (LS. 1).
El Santo Padre consideró oportuno alzar la voz en defensa del planeta, “por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” (LS. 2). La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en el daño a la tierra que, según el Papa, se cuenta “entre los más pobres, más abandonados y maltratados” de la realidad humana.
Acogida por unos, y reprobada por otros, dentro y fuera del mundo católico, lo cierto es que Laudato Si´ se perfiló como uno de los documentos más importantes del pontificado de Francisco.
Sus detractores han criticado que la encíclica resta valor a otras preocupaciones para los católicos, como el trabajo directo con los pobres. O han expresado su desacuerdo con el planteamiento del Papa de eliminar los combustibles fósiles.