Mientras navegaba por el panorama político traicionero de la época, el P. Bergoglio suscitó una gran controversia al emprender reformas en la provincia jesuita local. Según él mismo admite, gran parte de los desacuerdos se debieron a su imperioso estilo de liderazgo. “Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista”, dijo en una entrevista de 2013. “Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador”.
Luego de su etapa como provincial, entre 1980 y 1986 fue rector del seminario jesuita de San Miguel. Su periodo como rector fue de nuevo divisivo, con críticos que le acusaban de intentar remodelar la institución según las líneas anteriores al Vaticano II, que entraban en conflicto con las prácticas jesuitas contemporáneas en otros lugares de Latinoamérica.
“No era, como algunos le han acusado, un conservador que quería llevarlos a la era preconciliar, sino un renovador, como Benedicto XVI, que se resistió a los intentos de conformar la Iglesia al mundo en nombre de la modernidad”, dijo al National Catholic Register el biógrafo papal Austen Ivereigh, al hablar del distanciamiento del P. Bergoglio de los jesuitas locales y su posterior “exilio interno” en su orden religiosa, que duró hasta que fue elegido Papa.
Tras retirarse de su cargo en el seminario, viajó a Alemania en 1986 para terminar su doctorado. Al volver, mantuvo inicialmente una postura de influencia entre los jesuitas locales. Pero en 1990, con poco más de 50 años y con sus críticos también en una posición de dominio, el P. Bergoglio fue enviado fuera de Buenos Aires para servir como director espiritual y confesor de la comunidad de la Residencia Jesuita en Córdoba, Argentina. Fue una medida disciplinaria, tomada con la aprobación del P. Peter-Hans Kolvenbach, superior general de la Compañía de Jesús, algo que Francisco recordó como "un momento de gran crisis interior" en una entrevista ya como Papa en 2013.
Aun así, la austeridad del P. Bergoglio, su cercanía a los pobres y su gran capacidad de servicio humilde y práctico inspiraron a un grupo de jóvenes discípulos jesuitas a imitar sus dotes sacerdotales durante y después de su accidentado mandato como provincial y rector de seminario.
"Cuando nos levantábamos a las 6:30 o 7:00 para ir a misa, Bergoglio ya había rezado y lavado las sábanas y toallas para 150 jesuitas en la lavandería", recuerda el Arzobispo de Córdoba y Cardenal jesuita Ángel Rossi, antiguo alumno del entonces P. Bergoglio, en el libro Francisco, nuestro hermano, nuestro amigo.
Servicio episcopal
En 1992 y a pedido del Cardenal Antonio Quarracino, entonces Arzobispo de Buenos Aires, el Papa San Juan Pablo II inesperadamente sacó al P. Bergoglio de su exilio en Córdoba al nombrarlo Obispo Auxiliar de Buenos Aires. En 1997, el Pontífice lo nombró Arzobispo coadjutor de Buenos Aires, con derecho de sucesión.
Tras la muerte de Quarracino en 1998, Bergoglio se convirtió en el Arzobispo Metropolitano de Buenos Aires. San Juan Pablo II lo elevaría al Colegio de Cardenales en 2001.
Como arzobispo, evitó los beneficios del cargo, viajando en metro, viviendo en un departamento sencillo y dedicando gran parte de su tiempo a los pobres y a los que vivían en los barrios marginales de la ciudad.
Al mismo tiempo, se mostró políticamente astuto, sin miedo a enfrentarse a los líderes políticos argentinos, y practicante de elementos del peronismo, la plataforma nacionalista de la “tercera vía” del difunto hombre fuerte argentino Juan Perón, que celebraba las raíces católicas de Argentina y aumentaba el gasto social, al tiempo que rechazaba el marxismo y el capitalismo.
“El poder nace de la confianza, no de la manipulación, la intimidación o la arrogancia”, dijo el Cardenal Bergoglio en una homilía de 2006 que apuntaba al gobierno argentino de Kirchner, que había adoptado un enfoque más izquierdista del peronismo y que chocó en más de una ocasión con el arzobispo en cuestiones morales.
Más allá de Argentina, su importante papel el 2007 en Aparecida (Brasil) le dio mayor relevancia en la Iglesia mundial. Escribiendo en la revista First Things en 2012 sobre el documento final, el autor católico estadounidense y biógrafo de Juan Pablo II, George Weigel, destacó su enfoque evangélico.
“Lo primero que hay que destacar del Documento de Aparecida es su fuerte empuje evangélico: todos en la Iglesia, escriben los obispos, están bautizados para ser 'discípulos misioneros'”, indicó Weigel con aprobación, en palabras que casi predecían la visión de Francisco para el papado. “Todo lugar es territorio de misión, y todo en la Iglesia debe ser impulsado por la misión”.
Un pontificado de las periferias
Ocho años después de que supuestamente quedara segundo en el cónclave de 2005, que eligió al Papa Benedicto XVI, el Cardenal Bergoglio fue escogido por el Colegio de Cardenales para suceder al Papa alemán.
El nuevo Pontífice —el primer no europeo desde el Papa Gregorio III en el 741— dejó claro el tono para su pontificado. “Ustedes saben que el deber del cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero estamos aquí”, dijo desde la logia (balcón) de la Basílica de San Pedro la noche de su elección.
Muchas de sus preocupaciones en Argentina y Aparecida se convirtieron en los cimientos de su papado. Rechazó las vestimentas papales tradicionales y se trasladó a la Casa Santa Marta, la casa de huéspedes del Vaticano, en lugar de los tradicionales apartamentos papales del Palacio Apostólico. Resaltó continuamente la necesidad de una Iglesia que "salga de sí misma para evangelizar", buscando y acompañando a quienes se encuentran en las "periferias" de la existencia humana. Importantes máximas del pontificado de Francisco —la Iglesia como hospital de campaña, “salir a los márgenes” y la necesidad de que los líderes de la Iglesia “huelan a oveja”— se complementaron con varias imágenes impactantes, como la del Santo Padre lavando los pies a presos y a un joven musulmán el Jueves Santo, abrazando a un hombre desfigurado en la Plaza de San Pedro y posando para selfies con jóvenes.
Francisco volvió a insistir repetidamente en la centralidad de este enfoque evangélico. “La verdadera Iglesia está en las periferias”, afirmó en el documental de Disney Amén, Francisco responde, estrenado en abril de 2023.
Su primer viaje fuera de Roma fue a la pequeña isla mediterránea de Lampedusa (Italia), donde llamó la atención sobre la difícil situación de los inmigrantes indocumentados que cruzan mares mortales para entrar en Europa. Habló a menudo de la terrible situación de los migrantes y refugiados, de la división entre el Norte y el Sur del mundo y entre los países en desarrollo y los ricos, advirtiendo contra las políticas económicas que explotan a las naciones más pobres, reflejo de su familiaridad con el capitalismo desde una perspectiva latinoamericana. Criticó duramente lo que denominó la "globalización de la indiferencia", que ignora el sufrimiento de las personas en los márgenes de la sociedad, y la "cultura del usar y tirar", o "cultura del descarte", que considera desechables a los débiles y vulnerables.
Un rasgo similar y recurrente de este enfoque en las periferias fue su crítica a los esfuerzos de las naciones ricas por imponer el aborto, la anticoncepción y la ideología de género en los países pobres, a cambio de ayuda y desarrollo. A esto lo llamó "colonización ideológica".
Esas condenas demostraron que el acercamiento del Papa Francisco a los márgenes de la sociedad humana desafiaba los intentos por presentarlo como partidario únicamente de agendas políticas y sociales progresistas. Durante su visita a Hungría en abril de 2023 —una nación europea cuya alineación conservadora supuestamente entraba en conflicto con sus prioridades para ese continente—, denunció "el camino nefasto de las ‘colonizaciones ideológicas’, que eliminan las diferencias —como en el caso de la denominada cultura de la ideología de género—, o anteponen a la realidad de la vida conceptos reductivos de libertad —por ejemplo, presumiendo como conquista un insensato ‘derecho al aborto’, que es siempre una trágica derrota".
El estilo de comunicación informal del Santo Padre —como las entrevistas que concedió al fallecido periodista ateo italiano Eugenio Scalfari y sus comentarios improvisados, especialmente en las conferencias de prensa en el avión papal— hizo posible el surgimiento de un cuasi magisterio paralelo generado por los medios de comunicación, y que fue aprovechado por medios católicos laicos y progresistas para afirmar que estaba pidiendo cambios importantes en la doctrina de la Iglesia.
Un ejemplo que definió su legado ocurrió durante la rueda de prensa en el avión que lo llevaba a Roma tras la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro en 2013, cuando se le pidió al Santo Padre que opinara sobre un caso concreto de un funcionario vaticano arrepentido y la rumoreada existencia de un lobby gay en el Vaticano.
Francisco ofreció una respuesta matizada a la pregunta, distinguiendo entre una persona que simplemente es gay y otra que participa en un lobby o grupo de presión. "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?", dijo. En vez de verlo como un gesto pastoral hacia las personas homosexuales, muchos medios se refirieron a la declaración como un relajamiento de la Iglesia respecto a la prohibición moral de los actos homosexuales, sin que el Vaticano ofreciera luego alguna clarificación significativa.
El Papa Francisco también buscó tender puentes con la comunidad internacional a través de sus palabras y acciones. Las dos encíclicas escritas íntegramente durante su pontificado, Laudato Si (2015), sobre el cuidado de la casa común, y Fratelli tutti (2020), que resaltaba la fraternidad y la amistad social, fueron bien recibidas por la prensa internacional.
En total, Francisco es autor de cuatro encíclicas, complementadas por siete exhortaciones apostólicas y 75 documentos motu proprio, lo que le convierte en uno de los Papas más prolíficos en cuanto a magisterio.
Su discurso y bendición Urbi et Orbi de marzo de 2020, pronunciados en medio de la pandemia de COVID-19 en una Plaza de San Pedro vacía y lluviosa, así como su papel de pacificador al trabajar para restablecer los lazos diplomáticos entre Estados Unidos y Cuba y ofrecerse a mediar para poner fin a la invasión rusa de Ucrania, ayudaron a establecer al Papa como una figura paterna espiritual no sólo para la Iglesia, sino para todo el mundo. En 2024 se convirtió en el primer Papa en participar en la reunión del G-7 de líderes mundiales, instándolos a ser conscientes de la amenaza y la promesa de la inteligencia artificial (IA).
El deseo de negociación y de diálogo del Papa también lo llevó a firmar, en 2018, un acuerdo secreto con Pekín sobre el nombramiento de obispos, que tuvo una fuerte oposición. El acuerdo fue calificado por defensores de los derechos humanos y otros críticos como una "increíble traición" y "absolutamente incomprensible", ya que China reprimió aún más la libertad religiosa y violó el acuerdo en numerosas ocasiones.
Sin embargo, el Vaticano no se echó para atrás e insistió en que había que tener paciencia para que la iniciativa diera sus frutos, a pesar de las frecuentes violaciones del acuerdo por parte del régimen comunista chino y de la aplicación cada vez más draconiana de su programa de "sinización", que exige que todas las religiones se adapten a los principios comunistas y sean independientes de la influencia extranjera.
El Cardenal Marc Ouellet, prefecto del Dicasterio para los Obispos durante el pontificado de Francisco, dijo que la capacidad del fallecido Pontífice de generar interés en la Iglesia Católica de parte de aquellos que están fuera era un signo de su “estilo misionero”.
“Un misionero está en las fronteras, está buscando a los que están alejados”, dijo el purpurado canadiense en una entrevista con EWTN News en febrero de 2023.
El espíritu misionero global del Papa Francisco se hizo evidente en sus muchos viajes papales. El difunto Pontífice hizo 47 viajes apostólicos fuera de Italia, en los que visitó más de 65 países, con un promedio de seis países por año. Con esta tendencia superó al promedio de cinco por año del original “Papa viajero”, San Juan Pablo II. Las visitas de Francisco, que incluyeron países en guerra como Irak, la República Centroafricana y Sudán del Sur, demuestran una preferencia por el sur global y las naciones plagadas por el conflicto.
Esta preferencia por los márgenes del mundo se reflejaba aún más por la selección del Papa Francisco de muchos de los nuevos miembros del Colegio de Cardenales. En 10 consistorios creó 149 cardenales, modificando dramática e históricamente la composición del Colegio, pasando de 52% de europeos al comienzo a sólo 35% hoy. El Colegio refleja ahora una Iglesia más global, con Sudamérica y Asia, cada una, con 15% de los cardenales, Norteamérica con 17%, África con 12% y Oceanía con 7%.
El Papa Francisco fue responsable por la selección de 110 de los 138 cardenales que ahora votarán por su sucesor.
Su visión global fue particularmente evidente con la designación de cardenales de países con una pequeña población católica, como Mongolia o Marruecos; de las periferias, como Tonga y Haití; y de lugares en guerra como Myanmar, Sudán del Sur y la República Centroafricana.
La tendencia de Francisco de nombrar miembros del Colegio de Cardenales basado en su instinto personal, recomendaciones o conexiones antes que la tradición, hizo que obviara a candidatos de sedes históricamente cardenalicias. Por ejemplo, en Estados Unidos, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, expresidente de la Conferencia de Obispos Católicos y cabeza de la arquidiócesis más grande del país norteamericano, nunca recibió el capelo cardenalicio. Al mismo tiempo, el Papa Francisco creó cardenal, en 2022, al Arzobispo electo de Washington, Mons. Robert McElroy. Del mismo modo, el Arzobispo de Milán, Mons. Mario Delpini, la más grande de Italia, también fue claramente privado del cardenalato.
Pero así como abundaron ideas erróneas sobre su supuesto intento de abandonar puntos clave de la doctrina de la Iglesia, también hubo una perspectiva errada respecto a que sus nombramientos para el Colegio de Cardenales eran sólo de progresistas. Si bien muchos designados de Francisco como McElroy, el Cardenal Leonardo Steiner, de Brasil y el Cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, Arzobispo de Luxemburgo, son progresistas comprometidos, también hay varios conservadores conocidos. Están por ejemplo el Cardenal Gerhard Müller, ex prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el Cardenal carmelita Anders Arborelius, de Suecia, y el Cardenal franciscano capuchino Fridolin Ambongo Besungu, de la República Denocrática del Congo, quien lideró a los obispos africanos en su oposición a Fiducia supplicans en 2024.
El balance en sus nombramientos también se puede apreciar en las canonizaciones a lo largo de su pontificado. El Papa Francisco canonizó a tres de sus predecesores: Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. En total canonizó 942 santos, incluyendo a los 813 mártires de Otranto; el Arzobispo salvadoreño Oscar Romero, un valiente crítico del gobierno por los abusos contra los derechos humanos; el gran converso inglés, Cardenal John Henry Newman; y la gran Madre Teresa de Calcuta. El Pontífice también declaró doctores de la Iglesia al armenio San Gregorio de Narek y al padre de la Iglesia San Ireneo de Lyon.
Reforma interna
El énfasis externo de Francisco tenía su contraparte en los serios esfuerzos para reformar las estructuras internas de la Iglesia Católica y así liberarla para que tuviera un mayor foco en la misión y el servicio. Al principio nombró un Consejo de Cardenales para asesorarlo en la reforma de la Curia y de la Iglesia. Sus labores concluyeron en marzo de 2022 con la promulgación de una nueva constitución apostólica para la Santa Sede, Praedicate Evangelium, que permitió que los dicasterios o departamentos vaticanos sean liderados por laicos católicos y que se ponga un mayor énfasis en la evangelización.
La Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que se remonta a 1622, y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, creado por Benedicto XVI en 2010, se combinaron para formar el Dicasterio para la Evangelización, presidido directamente por el Papa y reemplazando en primer lugar de importancia al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, entre las oficinas del Vaticano.
Francisco también afrontó algunos aspectos de las finanzas del Vaticano, incluso en escándalos actuales. El mismo Papa fue involucrado en el caso de un gran fraude que llevó al juicio y condena, en 2023, de uno de sus cardenales colaboradores más cercanos, el Cardenal Angelo Becciu, acusado por malversación de fondos.
El Pontífice también realizó una serie de reformas para afrontar el flagelo de los abusos sexuales cometidos por miembros del clero, comenzando en 2014 con la creación de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores, liderada por el ahora Arzobispo Emérito de Boston, Cardenal Seán O’Malley, que también era miembro del Consejo de Cardenales.
Francisco además organizó una cumbre global sobre el tema en 2019, de la que surgió el documento Vos Estis, con la intención de fortalecer las medidas para hacer justicia con los sacerdotes abusadores y para que los obispos asuman su responsabilidad por su manejo de las acusaciones de abusos.
Sin embargo, la forma de gobernar del Santo Padre tenía sus peculiaridades. Por un lado, solía fiarse más de su intuición que de los protocolos establecidos. Por otro, tendía a centralizar las decisiones, una forma de actuar que pudo llevar a ciertos puntos ciegos en su lucha contra los abusos en la Iglesia.
“Un puñado de sacerdotes, obispos y cardenales en quienes Francisco ha confiado a lo largo de los años han sido acusados de conductas sexuales inapropiadas o condenados por ellas o acusados de encubrimiento”, indicó en 2020 Nicole Winfield, corresponsal en Roma de AP. Esto se referiría a que inicialmente el Papa no creyó las acusaciones contra el Obispo Barros en Chile, que resultaron ser ciertas, o sobre haberse hecho de la vista gorda ante los informes sobre el ex Cardenal Theodore McCarrick y sus inconductas sexuales, hasta que se hicieron públicas en 2018.
También hubo diversos cuestionamientos acerca de la conciencia de Francisco en el caso del famoso artista y sacerdote esloveno, expulsado de los jesuitas, Marko Rupnik, quien ha sido acusado de abusos sexuales, fue brevemente excomulgado y finalmente expulsado de la Compañía de Jesús. Al final de su pontificado, los escándalos de abusos sexuales aún sonaban en algunos países como Bolivia y Portugal.
Las críticas sobre el manejo de las crisis de abusos llegó a un nuevo nivel en 2018 cuando el Arzobispo Carlo Maria Viganò, ex nuncio apostólico en Estados Unidos, acusó al Papa Francisco de negligencia en el caso de las acusaciones contra McCarrick y exigió la renuncia del Santo Padre. En 2024, la retórica extrema de Viganò —incluyendo el calificativo de hereje para Francisco— lo llevó a ser condenado por cisma por el Vaticano.
Papa de la sinodalidad
Uno de los proyectos más significativos del Papa Francisco en la segunda mitad de su pontificado fue su implementación de la “sinodalidad” en la vida de la Iglesia.
Reflexionando sobre la visión eclesiástica que se articuló en Aparecida y en Evangelii Gaudium, Francisco usó el Sínodo de los Obispos para modelar una Iglesia de más escucha, una “pirámide invertida” que tomó al Pueblo de Dios como su punto de inicio y que significamente elevó el perfil del Secretariado General del Sínodo bajo su secretario general, el Cardenal maltés Mario Grech.
Pero muchos críticos temían que su aproximación se alejara de la visión que tenía San Pablo VI del Sínodo de Obispos, y que socavara la autoridad de Roma, creara más confusión entre los fieles y abriera un camino para cambiar la doctrina de la Iglesia en muchos ámbitos.
En los Sínodos sobre la familia y el matrimonio, la juventud y la Amazonía se han realizado debates sin trabas, en los que algunos líderes de la Iglesia han exigido abiertamente un cambio de la disciplina eclesiástica para hacer frente a las nuevas realidades pastorales en el terreno, e incluso han pedido que se conceda a las mujeres que accedan a una forma de diaconado.
La exhortación apostólica postsinodal del año 2016 de Francisco, Amoris Laetitia, (La alegría del amor»), luego de los a veces polémicos Sínodos sobre la Familia de 2014 y 2015, fue noticia por lo que los críticos consideraron la creación de condiciones en las que los divorciados y vueltos a casar civilmente podrían recibir la Comunión. Los líderes de la Iglesia y las diócesis ofrecieron interpretaciones divergentes de la orientación pastoral del documento, mientras que cuatro cardenales presentaron en septiembre de 2016 cinco preguntas, o dubia, pidiendo claridad en medio de una “grave desorientación y gran confusión”, que no fueron respondidas por el Papa. Las posteriores dubia enviadas a Roma en 2023 fueron respondidas por el nuevo jefe de doctrina de Francisco, el Cardenal Víctor Manuel Fernández, de modo tal que parecía confirmar la interpretación más amplia posible.
Mientras tanto, algunos laicos católicos radicales de Alemania, con el apoyo de la mayoría de los obispos alemanes, encontraron inspiración en el enfoque del Papa y lanzaron su propio Camino Sinodal, para exigir cambios en la doctrina de la Iglesia sobre el celibato sacerdotal, las uniones homosexuales y la ordenación de mujeres.
A pesar de ser considerado por Francisco como "elitista", "inútil" e "ideologizado", los alemanes siguieron con su proceso y se arriesgaron a incurrir en cisma.
Al mismo tiempo, el Pontífice se enfrentó a la desaprobación de algunos prelados conservadores que temían que su ambigüedad doctrinal, su manejos de la crisis de abusos y su menosprecio de algunos miembros de la Iglesia por su clericalismo y rigidez, confundieran a los fieles y terminaran desmoralizando a sacerdotes y seminaristas.
Francisco también causó impacto con su trato a las comunidades católicas vinculadas a la Misa tradicional en latín. Traditionis Custodes, su decreto de 2021 que restringe su celebración, sorprendió a los seguidores del rito antiguo y llevó incluso a algunos de los aliados liberales del Papa a caracterizar el severo lenguaje del documento y su severa supresión como un sorprendente alejamiento del llamado del Papa a un enfoque de escucha sinodal. Otros, como el Arzobispo Augustine Di Noia, dominico y antiguo funcionario del Vaticano, han señalado que la intervención del Pontífice era necesaria para evitar la falsa idea de que la Misa previa al Concilio Vaticano II es la verdadera liturgia para la verdadera Iglesia.
Una gran controversia también rodeó el documento emitido por el Cardenal Fernández a fines de 2023, Fiducia Supplicans, que permitía las bendiciones no litúrgicas para parejas del mismo sexo y parejas en situación irregular. El decreto suscitó fuertes discrepancias entre los obispos del mundo, y casi todos los obispos africanos se negaron a aplicarlo, afirmando en una declaración formal en enero de 2024 que "ha sembrado ideas erróneas e inquietud en la mente de muchos fieles laicos, personas consagradas e incluso pastores".
Francisco, sin embargo, también ha sido consistentemente claro en áreas clave de la doctrina de la Iglesia. Con el decreto Dignitas Infinita (Dignidad Infinita) de 2024, emitido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, por ejemplo, Francisco reiteró las enseñanzas perennes de la Iglesia sobre la dignidad de la persona humana.
Sin dejarse intimidar por las críticas, el Santo Padre siguió adelante con su visión de una Iglesia sinodal, lanzando en 2021 un proceso consultivo global de varios años, que terminó en dos "Sínodos de la Sinodalidad" en Roma, en octubre de 2023 y octubre de 2024.
Francisco tomó la decisión, sin precedentes, de renunciar a escribir una exhortación apostólica postsinodal al final del Sínodo, optando por aplicar directamente el documento final del Sínodo. "Lo que hemos aprobado en el documento es suficiente", declaró, marcando un cambio histórico sobre cómo se puede implementar las reformas sinodales.
Francisco tenía la intención clara de colocar a la Iglesia en un camino del que, institucional e incluso teológicamente, sería difícil volver atrás. Esto fue especialmente evidente en su elección en 2023 de su amigo, el entonces arzobispo Víctor Manuel Fernández, teólogo argentino y “escritor fantasma” de varios de los principales escritos de Francisco, incluyendo Laudato Si' y especialmente Amoris Laetitia, para ser el nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y miembro del Colegio Cardenalicio. En la carta que acompaña a su nombramiento, Francisco pide a su nuevo prefecto que verifique “que los documentos del propio Dicasterio y de los demás tengan un adecuado sustento teológico, sean coherentes con el rico humus de la enseñanza perenne de la Iglesia y a la vez acojan el Magisterio reciente”, es decir, los escritos de Francisco en la última década, muchos de los cuales el propio Cardenal Fernández ayudó a redactar.
“Con las puertas abiertas”
La salud del Papa Francisco fue declinando en sus últimos años debido a varios desafíos médicos, incluyendo la ciática, dificultades respiratorias, el daño del ligamento de sus rodillas y las cirugías intestinales. Los temas de movilidad lo obligaron a comenzar a usar una silla de ruedas en 2022. Sin embargo, se mantuvo sorprendentemente activo casi hasta el final, manteniendo una agenda exigente de audiencias y viajes, incluso cuando moderó su ritmo en sus meses finales.
Muchos en todo el mundo se quedarán con las vívidas imágenes de Francisco abrazando a los más pobres y afectados, un campeón de la misericordia y el acompañamiento. Él declaró la noche de su elección que había venido de los confines de la tierra. En su pontificado inesperado, y a menudo poco apreciado, llegó hasta esos confines para declarar a la Iglesia un lugar de acogida para todos, “todos, todos, todos”.
“La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre (...) con las puertas abiertas en todas partes. De ese modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas”, escribió en Evangelii gaudium.
El 24 de diciembre de 2024, como primer “peregrino de la esperanza”, abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, inaugurando el Año Jubilar 2025. En una primicia histórica, también abrió la Puerta Santa de la cárcel romana de Rebibbia, mostrando así su compromiso continuo con los marginados de la sociedad.
La muerte del Papa deja inconcluso el gran proyecto de la sinodalidad y las reformas curiales. Ahora corresponde a los cardenales elegir a un sucesor que decidirá cómo llevar adelante, o no, la agenda de Francisco, que deja una comunidad católica polarizada y acosada por la crisis de la modernidad y el relativismo.
Sin embargo, su visión de una Iglesia de las periferias que escucha y camina con misericordia junto a los que sufren, sin duda transformó el status quo y puso en marcha un proceso que seguirá influyendo en el catolicismo mundial, aún mucho después de su muerte.
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