La comunidad católica de Tierra Santa, afligida por la violencia de la guerra entre Israel y Hamás desde hace más de un año, se reunió para celebrar el Domingo de Ramos en la Basílica del Santo Sepulcro y “para decir con rotundidad que no tenemos miedo”, según el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén.
“No quiero repetir las mismas cosas de siempre. Sabemos que vivimos tiempos difíciles. Pero no podemos ni queremos limitarnos en decir lo duros que son estos tiempos. Hoy debemos recordar algo más, lo que más importa”, dijo el patriarca.

“Hoy estamos aquí, cristianos locales y peregrinos, todos juntos, para decir con rotundidad que no tenemos miedo. Somos hijos de la luz y de la resurrección, de la vida. Esperamos y creemos en el amor que todo lo vence”, agregó.
La procesión de las palmas inició en Betfagé y bajó el Monte de los Olivos, hasta llegar a la Iglesia de Santa Ana, ubicada en la puerta de los Leones, para así recorrer “los mismos pasos de Jesús en el momento de su entrada a Jerusalén”, reseñó la Custodia de Tierra Santa (CTS). Con ramas de olivo y palma trenzadas, los fieles caminaron “alabando a Dios con cantos y oraciones”.