Experto destaca la influencia de la espiritualidad ignaciana en Santa Teresa de Ávila

San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Ávila. San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Ávila./ Crédito: Dominio público / Jennifer Mann

El P. Luis Carlos Hernández, sacerdote de la Diócesis de Ávila, afirma que lo más probable es que Santa Teresa de Jesús hiciera ejercicios espirituales ignacianos, pero en modalidad adaptada y que, en todo caso, su evolución espiritual sigue el proceso diseñado por San Ignacio de Loyola.

Así lo ha asegurado durante su participación en el ciclo de conferencias Tratar de amistad: la aventura del deseo de Dios, según Santa Teresa, organizada por la Universidad Católica de Ávila, que ha versado sobre Santa Teresa y la dirección espiritual, una luz en el camino.

Tras realizar un recorrido por la experiencia de la dirección espiritual de esta Doctora de la Iglesia a lo largo de los años, el P. Hernández expuso que “posiblemente hizo unos ejercicios acomodados o adaptados, siguiendo la anotación 18” que permite adecuar sus meditaciones y tiempos “ a las circunstancias de las personas”, señaló.

Estos acercamientos a la experiencia de los ejercicios espirituales se dieron, en primer lugar, con el P. Diego Cetina, aunque sólo coincidieron durante tres meses en Ávila. 

Con posterioridad, durante su estancia de tres años en casa de su amiga Doña Guiomar de Ulloa, cabe la posibilidad de que la santa reformadora del Carmelo pudiera recibir “algo ya más sistemático” a través del P. Juan de Prádanos, su confesor entre 1555 y 1558. 

El P. Hernández detalló que, más allá de tener la certeza de que la santa de Ávila realizara completos, durante un mes, los ejercicios ignacianos, es llamativo cómo “hay muchos paralelismos” entre la evolución espiritual que dejó por escrito Teresa de Ahumada y Cepeda y “todo el proceso de los ejercicios espirituales”. 

El primer director espiritual de Santa Teresa fue un hombre casado

Durante la ponencia, el presbítero destacó que, en la evolución espiritual de Santa Teresa, supuso un “paso decisivo” la lectura de las Confesiones de San Agustín de Hipona, así como de la Vita Christi de sor Isabel de Villena o El Cartujo, de autor anónimo. 

Tanto es así, que, explicó el P. Hernández, “se propuso buscar con diligencia personas espirituales con quien tratar”. En ese tiempo, ya tenía noticia de la fundación de la Compañía de Jesús, que acababan de fundar un colegio en Ávila en 1553. 

Su primer director espiritual fue un hombre casado, Francisco Salcedo, un pariente lejano de quien dejó escrito que era “de vida tan ejemplar y virtuosa y de tanta oración y caridad en todo él resplandece su bondad y perfección”. 

El P. Hernández subrayó que este hombre “ocupó un lugar decisivo como asesor espiritual, primero en el esfuerzo de discernimiento personal y luego en su obra fundacional”. Tanto es así, que le encargó la búsqueda de un buen confesor que hiciera las veces de director espiritual. 

Así llegó a la vida de Santa Teresa el P. Gaspar Daza, un presbítero que unía aun buen grupo de sacerdotes y clérigos. Sin embargo, la santa pronto comprendió que “no era el director que necesitaba”. En palabras del experto, “no llegó a comprender el alma de Santa Teresa”. 

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

WhatsApp Telegram

Sin embargo, mantuvieron una buena amistad y  el P. Daza aconsejó a Santa Teresa que se dirigiese con los jesuitas. Así, comenzó a dirigirse con el P. Diego Cetina, que llegó a Ávila en 1555, con 23 años. 

Para el P. Hernández, el trato con este religioso resultó “crucial”, pues con él comenzó al carmelita a “preparar una sincera confesión general de todas sus faltas y defectos y una detallada relación de las gracias que Dios le había concedido hasta ahora”. 

Además, en contra del criterio de sus predecesores, consideró que los avatares espirituales de la santa eran “espíritu de Dios muy conocidamente” y no obra del maligno. 

Para el P. Hernández, “en esa brevísima expresión vemos la aplicación de las reglas de discernimiento” contenidas en los ejercicios de San Ignacio. “Dio a la santa la luz que deseaba. Este padre fue infiltrando en el alma de ella los principios y criterios ignacianos”, añadió. 

Tan es así, que la santa dejó escrito: “Quedó alma de esta confesión tan blanda que me parecía no hubiera cosa a que no me dispusiera. Y así comencé a hacer mudanza en muchas cosas, aunque el confesor no me apretaba, antes parecía, hacía poco caso de todo. Y esto me movía más porque lo llevaba por modo de amor, de amar a Dios, y como que dejaba libertad y no apremio, si yo no me le pusiera por amor”.

A juicio del P. Hernández, “se ve que esta confesión, un trato repetido con el director, un analizar todos los males y bienes, un examen de la vida pasada, un volver sobre los pecados y sentir confusión de ellos, que es la gracia que se pide en esa primera semana de los ejercicios espirituales”.

La pronta partida del P. Cetina dejó un cierto desconsuelo en la reformadora carmelitana: “Quedó mi alma como en un desierto muy desconsolada y temerosa, no sabía qué hacer de mí”. 

Pero esa pena fue bien compensada con la dirección espiritual ejercida por el P. Prádanos, de quien dejó dicho que “me comenzó a poner en más perfección” y le invitó a perseverar en el esfuerzo ascético “porque no estaba aún mi alma nada fuerte, sino muy tierna, en especial en dejar algunas amistades que tenía”.

Este desapegarse de las malas compañías, entronca con “uno de los principios de espiritualidad ignaciana es que, si queremos entregarnos de veras a Dios, es necesario, ante todo, quitar de nuestro corazón todas las afecciones desordenadas, por pequeñas e insignificantes que parezcan”, detalló el P. Hernández.

Fue además, bajo la dirección del P. Prádanos, que Santa Teresa experimentó por primera vez un éxtasis espiritual.

En este recorrido de influencia jesuítica en la espiritualidad de Santa Teresa, cabe destacar el encuentro que mantuvo con San Francisco de Borja, cuyas palabras confirmaron “la buena orientación que le habían dado” sus hermanos de la Compañía de Jesús. 

La santa de Ávila también contó con la dirección espiritual del jesuita P. Baltasar Álvarez, cuando el P. Prádanos es destinado a Valladolid. El nuevo guía espiritual influyó mucho en el modo de orar de la carmelita. 

Las Mejores Noticias Católicas - directo a su bandeja de entrada

Regístrese para recibir nuestro boletín gratuito de ACI Prensa.

Click aquí

La influencia jesuita en Santa Teresa fue tal, que “ella prefería tener las casas de las descalzas en lugares donde se encontraba la Compañía”, expuso el P. Hernández.

Dona a ACI Prensa

Si decides ayudarnos, ten la certeza que te lo agradeceremos de corazón.

Donar