La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) ha tomado la “difícil decisión” de no renovar los acuerdos de cooperación con el gobierno federal, en medio de cambios impulsados por la administración del presidente Donald Trump para recortar la financiación a los programas de refugiados.
“Si bien esto marca un final doloroso para una asociación vital con nuestro gobierno, que se ha extendido por décadas a lo largo de las administraciones de ambos partidos políticos, también ofrece a cada católico la oportunidad de buscar en nuestros corazones nuevas formas de ayudar”, dijo el presidente de la USCCB, el Arzobispo Timothy P. Broglio, en una declaración del 7 de abril.
El arzobispo escribió que el recorte de fondos “nos obliga a reconsiderar la mejor manera de atender las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que buscan un refugio seguro frente a la violencia y la persecución”.
Durante aproximadamente cuatro décadas y media, la USCCB se asoció con el gobierno federal para brindar servicios que ayuden a reasentar a los refugiados y apoyar a los menores que ingresaron al país sin un padre o tutor, o que están separados de sus familias.
“Todos los beneficiarios de estos programas fueron acogidos por el gobierno estadounidense para venir a Estados Unidos”, afirmó Broglio. “Son almas desplazadas que ven en Estados Unidos un lugar de sueños y esperanza”, añadió.
Durante la administración Biden, el gobierno federal proporcionó más de 100 millones de dólares anuales a los obispos, quienes redirigieron esos fondos a organizaciones católicas afiliadas que prestaban estos servicios. En los últimos años, la financiación federal cubrió más del 95% de los gastos.