¿Por qué los cristianos no celebran la Pascua en la misma fecha?

La Resurrección de Cristo null/ Shutterstock / Vivida Photo PC

La Pascua es la celebración central del cristianismo, pero, paradójicamente, no todas las confesiones cristianas la conmemoran el mismo día. La diferencia de fechas se debe principalmente a cuestiones astronómicas y de calendario que han evolucionado a lo largo de la historia.

Según explica la priora del Monasterio de la Conversión de las Hermanas Agustinas de Madrid, Carolina Blázquez, “la Pascua cristiana se celebra en relación con la Pascua judía”, ya que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús ocurrieron históricamente en esa festividad. La Pascua judía tiene lugar el 14 de Nisán, un mes del calendario hebreo que sigue un ciclo lunar y cuya fecha varía entre marzo y abril.

Para calcular la fecha de la Pascua cristiana, los primeros cristianos intentaron determinar el equinoccio de primavera, estableciendo como referencia el 21 de marzo. Sin embargo, “esto no siempre se corresponde con la realidad astronómica, ya que varía algunos días”, explica Blázquez. Esta incertidumbre llevó a que hayan existido tradicionalmente dos criterios para fijar la fecha de la Pascua, lo que generó discrepancias entre las distintas tradiciones cristianas.

El cisma del calendario

El Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, intentó unificar con un único criterio el cálculo de la fecha pascual, estableciendo el domingo posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera. 

Ese primer concilio ecuménico, es decir la primera reunión de obispos cristianos celebrada en Nicea (hoy İznik, en Turquía), también puso las bases para llegar a un consenso en la Iglesia a través de una asamblea que representara a toda la cristiandad. Además “se llegó a un acuerdo común y durante 1.300 años se celebró la Pascua de forma conjunta”.

No obstante, en el siglo XVI, la reforma del calendario introducida por el Papa Gregorio XIII marcó una nueva división entre las iglesias cristianas.

“Antes se seguía el calendario juliano, impuesto por el imperio Romano pero, con el paso de los años, por imprecisiones en la medición astronómica había acumulado un desfase de 10 días con respecto a los ciclos reales de la luna”, explica la también profesora asociada de la Universidad española de San Dámaso.

Para corregir este problema, el calendario gregoriano ajustó la medición del tiempo, eliminando el desfase que se había acumulado hasta ese momento.

Sin embargo, las iglesias ortodoxas, aunque con el tiempo adoptaron el calendario gregoriano para las cuestiones civiles y organizativas del día a día, “siguen utilizando el calendario juliano para fijar las fechas litúrgicas”, explica Blázquez. “Por eso, hay un desfase que actualmente es de unos 13 días entre ambas tradiciones”, detalla la experta. 

Por este motivo, los católicos y protestantes celebran la Pascua según el calendario gregoriano, mientras que los ortodoxos lo hacen siguiendo el juliano.

Un obstáculo para la unidad cristiana

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La división en la fecha de la Pascua es vista por muchos como un problema ecuménico. El Papa Francisco ha expresado en varias ocasiones la necesidad de unificarla. En una declaración pública en la Basílica de Letrán, llegó a decir que, si se sigue el criterio ortodoxo sin ajustes, “va a llegar un momento en que celebraremos la Pascua en agosto”.

Los especialistas han respondido que esto no ocurrirá hasta dentro de unos 400 años, pero la afirmación del Papa Francisco pone en evidencia el desfase creciente para los ortodoxos, que siguen usando para las cuestiones litúrgicas el calendario juliano.

En el ámbito ecuménico, han nacido varias propuestas para zanjar esta cuestión. “Los ortodoxos proponen basarse exclusivamente en el dato astronómico, sin seguir ni el calendario juliano ni el gregoriano”, explica Blázquez. Esto implicaría calcular cada año el equinoccio de primavera en función del meridiano de Jerusalén, dado que “Jesús murió en Jerusalén y ese sería un criterio unificador”.

Sin embargo, la propuesta actual lanzada en vía no oficial por el Papa Francisco sugiere fijar una fecha estable para la Pascua, por ejemplo, el segundo domingo de abril. En este sentido, Blázquez advierte que “para los ortodoxos, la vinculación con los ciclos astronómicos es muy importante, ya que la liturgia pascual está estrechamente relacionada con la luna llena y el simbolismo de la luz venciendo a las tinieblas”.

¿Un futuro con una Pascua común?

Más allá de las cuestiones astronómicas y calendáricas, unificar la fecha de la Pascua supondría un gran avance en el camino hacia la unidad de los cristianos. Blázquez destaca que “cuando se hizo el cambio al calendario gregoriano en el siglo XVI, ya existía la división entre Oriente y Occidente, por lo que los ortodoxos no participaron en la decisión”.

Hoy, sin embargo, un acuerdo común sería un signo de reconciliación. “El Papa Francisco insiste con razón en que celebrar la Pascua en distintas fechas es un antitestimonio”, explica Blázquez. 

Y añade: “Qué gran testimonio sería que, cuando cada cristiano del mundo esté en su parroquia, en su monasterio o en su casa celebrando la Resurrección, sepa que todos los cristianos del mundo lo están haciendo al mismo tiempo”.

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