Según el Cardenal Lojudice, los desafíos a los que se enfrenta el Santo Padre no son “extraordinarios”, sino los normales que cualquier persona enfrenta cuando llega a cierta edad.
“Estaba claro que no íbamos a ver al Papa salir del hospital saltando y gritando. Es un hombre, una persona, aunque sea el Papa”, comenta.
La cercanía del Papa a la Iglesia no es sólo física
Uno de los aspectos más característicos del pontificado de Francisco ha sido su cercanía física con los fieles. Un estilo pastoral, que, debido a las limitaciones de su convalecencia, tendrá que cambiar.
“Hay un tiempo para cada cosa. No debemos pensar que la cercanía del Papa a la Iglesia depende únicamente de su presencia física”, asevera el Cardenal Lojudice, que lo compara con la labor de los monjes y monjas de clausura.
“Aparentemente están separados del mundo, pero en realidad son una presencia cercana que acompaña a todos de otra manera. Del mismo modo, el Papa Francisco encontrará su camino para seguir guiando a la Iglesia en este periodo de descanso”, insiste.
Sin embargo, es evidente que más allá de los desafíos prácticos, el estado de salud del Papa Francisco plantea una reflexión más profunda sobre el significado del ministerio petrino. Para el Cardenal Lojudice, esta etapa podría ser vista como una oportunidad para redescubrir el papel del Papa desde una nueva perspectiva.
“Es una forma diferente de estar al frente de la Iglesia, pero que sigue siendo válida. Me recuerda a un abuelo que, aunque envejecido o incluso con una discapacidad, sigue desempeñando su papel dentro de la familia”, afirmó
Presencia en medio del sufrimiento
El prelado dijo que la Iglesia Católica ya vivió situaciones similares en el pasado, especialmente en los últimos años del pontificado de San Juan Pablo II.
“En comparación con los últimos años de Juan Pablo II, Francisco está en muy buenas condiciones. Aquellos fueron años difíciles en los que el Papa seguía siendo una presencia, incluso en medio de su sufrimiento”, manifestó.
También explicó que si bien Benedicto XVI tomó una decisión distinta, abriendo un camino nuevo con su renuncia, esta no tiene por qué ser la decisión que adopten todos sus sucesores. “Es un discernimiento tan profundo y personal que solo le corresponde al Papa y al Espíritu Santo. Nadie más tiene derecho a opinar sobre ello”, enfatizó.
“Francisco siempre ha sido muy atento a la voz del Espíritu Santo, y sabrá discernir qué es lo mejor para la Iglesia y para su propia misión. Su vida y su ministerio siguen siendo un testimonio de fe, incluso en los momentos de dificultad”, concluyó el cardenal.
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