El Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, aseguró que toda la vida y la misión de san Juan Pablo II “se desarrollaron en total y continua transparencia ante los ojos de Dios”.
La tumba de San Juan Pablo II en la basílica de San Pedro. Crédito: Vatican Media
“No cabe duda de que toda su vida y su misión se desarrollaron en total y continua transparencia ante los ojos de Dios. Quien es consciente de que vive bajo la mirada de Dios no tiene nada que ocultar y no teme la mirada de los hombres”, aseguró el Cardenal Parolin en la Misa que presidió en la Basílica de San Pedro en memoria de San Juan Pablo II, en el vigésimo aniversario de su fallecimiento.
“Aquí radica ciertamente uno de los fundamentos del extraordinario coraje de Juan Pablo II y de su constante testimonio de fe”, insistió .
En su homilía recordó con profunda gratitud la vida y el pontificado de san Juan Pablo II .
“Esta celebración eucarística tiene lugar durante el camino de Cuaresma. Es una celebración en la gratitud y la alegría, porque nos reúne en el recuerdo bendito de la muerte de un santo, Juan Pablo II, de su Dies Natalis, el paso a la plenitud de la vida”, expresó el Cardenal Parolin tras evocar con emoción los momentos finales de su pontificado, recordando cómo el mundo entero acompañó su último Vía Crucis y su bendición pascual desde la ventana del Palacio Apostólico.
“La mayoría de nosotros recordamos muy bien aquellos días de hace veinte años. Recordamos el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo, con la oración de la multitud acompañada por la imagen del Papa en su capilla. Recordamos su aparición en la ventana de la Plaza de San Pedro para una bendición pascual ya sin palabras. Por último, recordemos, junto con toda la Iglesia y gran parte de la humanidad, la anticipación del encuentro de nuestro querido Papa con el Señor, que tuvo lugar cuando caía la tarde de la víspera del Domingo de la Misericordia”, expresó el prelado.
El Cardenal Dziwisz expresó su cercanía al Papa Francisco, que continúa convaleciente en Santa Marta. Crédito: Vatican Media
El Secretario de Estado también recordó el atentado que el Papa sufrió en 1981 en la plaza de San Pedro destacando su total abandono en manos de la Providencia: “El Santo Pontífice recordaba el día del atentado en la Plaza de San Pedro con estas palabras: ‘La divina providencia me ha salvado de forma milagrosa de la muerte. Él, que es el único Señor de la vida y de la muerte, me ha prolongado esta vida. En cierto modo, Él me la ha dado de nuevo. Este momento le pertenece aún más a Él. Espero que Él me ayude a reconocer hasta dónde debo continuar este servicio, al que me ha llamado. Le pido que me llame cuando Él quiera. En la vida y en la muerte pertenecemos al Señor, pertenecemos al Señor’”, citó el Cardenal Parolin.
Desde su elección en 1978, Juan Pablo II entendió que su misión era guiar a la Iglesia hacia el tercer milenio. Su pontificado, de 26 años, estuvo marcado por su entrega incansable y su amor apasionado por Cristo.
“El cardenal primado de Polonia, Stefan Wyszyński, le dijo el día de su elección: ‘Tu misión será introducir a la Iglesia en el tercer milenio’. Esto le ayudó a comprender la gran misión histórica y eclesial que se le había confiado y a la que se comprometió con todo su corazón, alma y fuerzas, en los 26 años de su inmenso pontificado, yendo hasta los rincones más alejados del planeta, peregrino incansable para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra”, recordó el Cardenal Parolin.
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El Jubileo del año 2000 fue un momento culminante de su ministerio y marcó el inicio del nuevo milenio con un fuerte llamado a la esperanza.
“No podemos olvidar ese gran paso de la Puerta Santa en el año 2000, así como la invitación del Santo Papa al final del Gran Jubileo para que la barca de la Iglesia volviera a hacerse a la mar con confianza en el tercer milenio. Nos repitió las palabras de Jesús a Simón Pedro: Duc in altum (navega mar adentro)”, dijo.
También manifestó que su sucesor el Papa Francisco está guiando ahora a la iglesia a través del nuevo Jubileo de la Esperanza.
“Nos vemos como una Iglesia en salida, navegantes en aguas turbulentas, pero todavía peregrinos de esperanza, guiados por el sucesor de Pedro y asistidos por el Espíritu Santo”, subrayó el Cardenal Parolin.
En la homilía el Secretario de Estado del Vaticano, aseguró que san Juan Pablo II trabajó sin descanso por la unidad de la Iglesia y la paz en el mundo.
“Recordamos su incansable servicio a la paz, sus apasionadas advertencias y sus iniciativas diplomáticas para evitar conflictos. A pesar del deterioro de su fuerza física, nunca dejó de alzar su voz en favor de la justicia y la dignidad humana”, afirmó el Cardenal Parolin que también destacó cómo el Papa polaco dirigió su mensaje no solo a los católicos, sino a toda la humanidad, llamando al mundo a abrirse a Cristo.
“No podemos olvidar su primera e inolvidable homilía como Papa: ‘¡No tengáis miedo! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!’”, señaló el Cardenal Parolin que invitó a seguir el ejemplo del Papa polaco y a confiar en la misericordia de Dios.
“El testimonio de los santos sigue siendo sólido y vivo. Nos guían con su ejemplo y nos ayudan a recibir con fe y audacia los desafíos de nuestro tiempo”, concluyó el Cardenal Parolin.
El Papa Francisco recibió esta mañana a una delegación de la B'nai B'rith International (Los Hijos de la Alianza), una organización no gubernamental judía fundada en Estados Unidos en 1843 que combate el antisemitismo. Ante ellos recordó la gran labor que desempeñaron a favor de esa comunidad los Papas San Juan XXIII y San Juan Pablo II.
La Iglesia Católica cuenta con dos nuevos santos desde el domingo 27 de abril: San Juan Pablo II, el Papa de la familia; y San Juan XXIII, el Papa de la docilidad al espíritu, ambos testigos de la misericordia.
El Arzobispo de Oviedo (España), Mons. Jesús Sanz Montes, afirmó en su carta pastoral semanal “Testigos de la fe: Juan XXIII y Juan Pablo II”, que la reciente canonización de estos dos Papas hace cercana la santidad, pues “no se trata de santos de hace siglos y de tierras lejanas, sino de quienes siendo de nuestro tiempo han acompañado nuestras andanzas”.