El Papa Francisco reflexionó en el texto de su catequesis, que preparó desde su residencia en el Vaticano todavía convaleciente, sobre un episodio del Evangelio “especialmente querido” para él, debido a que ocupa “un lugar especial” en su camino espiritual: el encuentro de Jesús con Zaqueo.
El Evangelio de San Lucas, según recordó el Pontífice, presenta a Zaqueo como alguien que “parece irremediablemente perdido”. El Santo Padre señaló que “quizá nosotros también nos sentimos así a veces: sin esperanza”. Sin embargo, Zaqueo “descubrirá que el Señor ya lo estaba buscando”.
Al igual que Jesús bajó a Jericó a buscar a aquellos que se sienten perdidos, el Señor Resucitado, añadió el Santo Padre, “sigue descendiendo a los infiernos de hoy, a los lugares de guerra, al dolor de los inocentes, al corazón de las madres que ven morir a sus hijos, al hambre de los pobres”.
Zaqueo era un hombre rico y jefe de los publicanos, aquellos que recaudaban impuestos de sus conciudadanos para los soldados invasores romanos, algo por lo que probablemente se sentía excluido y “despreciado por todos”, precisó el Pontífice.
Ante la llegada de Jesús y a pesar de la culpabilidad que anidaba en su corazón, Zaqueo sintió la necesidad de contemplarlo desde lo lejos. Sin embargo, su baja estatura y la multitud reunida en torno al Mesías le impedían ver con claridad.
El Papa Francisco utilizó esta imagen para recordar que en nuestra realidad todos “tenemos límites con los que debemos lidiar”. Sin embargo, subrayó que, “cuando se tiene un deseo fuerte, uno no se desanima. Se encuentra una solución. Pero hay que tener valor y no avergonzarse, se necesita un poco de la sencillez de los niños y no preocuparse demasiado por la propia imagen”, explicó.