Las campanas de las iglesias de Bari, en Italia, repicaron al unísono en la tarde del lunes tras la noticia de que el Papa Francisco había aprobado el 28 de marzo el milagro atribuido a la intercesión de Carmelo de Palma, conocido como el “héroe del confesionario”.
Carmelo de Palma, sacerdote diocesano, dedicó su vida al ministerio de confesor y a la dirección espiritual de fieles, sacerdotes, seminaristas y, de manera especial, de las monjas benedictinas de Santa Escolástica en Bari (Italia).
Curación milagrosa de una monja benedictina
Precisamente en este monasterio ocurrió la curación milagrosa atribuida al nuevo beato. La protagonista de la historia es una monja benedictina que, en 2001, comenzó a sufrir un progresivo debilitamiento de brazos y piernas.
Inicialmente, fue diagnosticada con artrosis, pero los tratamientos no lograron mejorar su estado. Estudios posteriores revelaron problemas neurológicos en la zona cervical y, dos años más tarde, una resonancia magnética confirmó grave lesión en la médula espinal que la dejó sin poder caminar.
Ante la gravedad de su enfermedad, dos neurocirujanos italianos le recomendaron una cirugía de alto riesgo. Sin embargo, la religiosa decidió no someterse a la operación.