La Cuaresma no es sólo un tiempo de renuncia, sino de transformación. Seis santos y beatos nos ofrecen reflexiones profundas para vivir este periodo con autenticidad, desde el ayuno hasta la conversión del corazón.
San Agustín
“Ésta es la razón por la que tanto Moisés y Elías como el mismo Señor ayunaron durante 40 días: darnos a entender que en Moisés, Elías y en el mismo Cristo, es decir, en la ley, los profetas y el Evangelio, estamos nosotros en el punto de mira, para que no nos acomodemos y adhiramos a este mundo, sino que crucifiquemos el hombre viejo, no entregándonos a comilonas y borracheras, a deshonestidades e inmundicias, a pendencias o envidias, sino revistiéndonos del Señor Jesús, sin hacer caso de la carne y sus apetencias. Cristiano, vive siempre así en este mundo. Si no quieres hundir tus pasos en el fango de la tierra, no desciendas de esa cruz. Mas si esto ha de hacerse durante toda la vida, ¡con cuánto mayor motivo en estos días de Cuaresma, en los que no sólo se vive, sino que se simboliza esta vida!” (Sermón 205).
San Juan Pablo II
“La renuncia a las sensaciones, a los estímulos, a los placeres y también a la comida y bebida, no es un fin en sí misma. Debe ser, por así decirlo, allanar el camino para contenidos más profundos de los que ‘se alimenta’ el hombre interior”, (Audiencia General, miércoles 21 de marzo de 1979).