El secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, Mons. Paul Gallagher, retomó el llamamiento del Papa Francisco a condonar o reducir de forma significativa la deuda externa en el marco del Jubileo 2025.
“Unos 3.300 millones de personas —casi la mitad de la población mundial— viven en países que gastan más en el pago de la deuda que en salud o educación. Por lo tanto, priorizar a quienes más sufren bajo el peso de estas estructuras de deuda injustas es esencial para construir un mundo más justo y compasivo", subrayó.
En una conferencia en Ginebra, organizada el 25 de febrero por la Misión Permanente de Observación de la Santa Sede y la Agencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, el representante vaticano destacó que “el beneficio no es el único criterio para medir una economía” y que el principal debe ser “la dignidad de la persona humana”.
El representante diplomático de la Santa Sede recordó que en 2023 la deuda pública mundial alcanzó los 97 billones de dólares, un aumento de 5,6 billones en comparación con 2022. De este modo, subrayó que la acumulación de deuda pública en estos países es una carga enorme. Sus incipientes economías no terminan de despegar porque están lastradas al tener que “pagar intereses”.
Una circunstancia que obliga a los gobiernos a recortar el gasto o aumentar los impuestos, todo lo cual repercute negativamente en el nivel de vida de la población.
“Los países menos desarrollados son vulnerables a los shocks económicos y necesitan —dijo el arzobispo Gallagher— una estrategia adaptada para enfrentar los desafíos”. Sin esas medidas, muchos países corren el riesgo de quedar “atrapados en ciclos de deuda y ser incapaces de mejorar el bienestar de sus ciudadanos”.