Dos mujeres, testigos del asesinato del P. Donald Martin Ye Naing Win, ocurrido en Myanmar la semana pasada, narraron cómo el sacerdote “se enfrentó sin miedo” a los 10 hombres armados que luego le arrebatarían la vida.
En declaraciones para la agencia pontificia Fides, estas dos testigos —que se desempeñan como profesoras y colaboradoras de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, en el pueblo de Kangyi Taw— contaron que cuando los milicianos, “en evidente estado de embriaguez o bajo los efectos de drogas”, se encontraron con el P. Martin le ordenaron arrodillarse.
“Solo me arrodillo ante Dios”, respondió con serenidad el sacerdote al líder de los hombres armados. Y procedió a preguntarle: “¿Qué puedo hacer por usted? ¿Hay algún asunto del que podamos hablar?”.
Inmediatamente uno de los hombres golpeó al P. Martin por la espalda con un puñal, pero en el hecho golpeó también al grupo del pelotón. Este, cegado por la ira a causa también de la respuesta que le dió el presbítero, le empezó a golpear “repetida y brutalmente en el cuerpo y la garganta”.
El P. Martin no se quejó, “como un cordero llevado al matadero”, cuentan los testigos. “Donald no pronunció ni una palabra ni un gemido. Sufrió la violencia sin sentido sin reaccionar, como un hombre inocente”, asegura Fides.
“Los otros hombres se quedaron mirando cómo se cometía el asesinato (...) Una vez consumado el crimen, el grupo de hombres se alejó”, agrega la agencia pontificia. Los aldeanos, “en medio de la conmoción y el llanto”, recogieron, lavaron y honraron el cadáver del sacerdote.