La cárcel de Regina Coeli, en Roma, condensa los males del sistema penitenciario italiano. Además de las insalubres condiciones de detención, con celdas llenas de moho y chinches, está, como la mayoría de las cárceles italianas, gravemente superpoblada: actualmente alberga a más de 1.150 presos, pese a que su capacidad es de 628 plazas.
El Papa Francisco lleva en el corazón estos lugares de privación de libertad, marcados por el sufrimiento. Por ello, a través del Dicasterio para la Cultura y la Educación, ha impulsado una exposición en la que el reconocido pintor Yang Pei-Ming, artista francés de origen chino, ha retratado a los reclusos.
Pero no solo a ellos, sino también a algunos guardias de seguridad, al médico, a una voluntaria y al sacerdote penitenciario que, desde hace más de 40 años, dedica su vida a sanar las heridas que afloran entre rejas.
“Vive con ellos arriba, tiene una habitación allí. Es el responsable de todos los voluntarios. Dice que su misión es hablar con ellos, prepararlos para la vida en libertad que les espera”, comenta con una sonrisa el artista.
En una entrevista con ACI Prensa, Yang Pei-Ming confiesa las dudas iniciales que tuvo sobre el proyecto, aunque reconoce que le intrigó la posibilidad de retratar la vida que existe tras los muros de la prisión.
