El Primer Concilio Ecuménico, la reunión de obispos cristianos celebrada en el año 325 en Nicea (hoy İznik, en Turquía), sentó las bases para alcanzar el consenso dentro de la Iglesia a través de una asamblea que representara a toda la cristiandad.
Este evento marcó un momento clave en la historia del cristianismo, del que este año se cumplen 17 siglos, y en el que, entre otras decisiones, se estableció la forma de calcular la fecha de la Pascua.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, las modificaciones al calendario generaron discrepancias entre las Iglesias católica, protestante y ortodoxa, diferencias que aún persisten. Mientras que los católicos de rito latino siguen el calendario gregoriano, en Oriente se ha mantenido la tradición de calcular las fechas litúrgicas según el calendario juliano.
Las dificultades del cambio de calendario
“El proceso de cambio del calendario, que comenzó en 1582 con el Papa Gregorio y se completó en cierta medida en 1923 con la adopción del nuevo calendario por algunas Iglesias ortodoxas, no estuvo exento de dificultades”, explica en una entrevista con ACI Prensa Kostas Mygdalis, consultor de la Asamblea Interparlamentaria Ortodoxa (AIO).
“Provocó controversias entre los fieles y entre las Iglesias y las autoridades estatales, consolidando divisiones polarizadas entre ‘buenos’ y ‘malos’ cristianos, heréticos y fanáticos, que aún persisten”, añade.