El Papa Francisco elogió la labor de los misioneros que siguen las huellas de Cristo incluso en medio de “pruebas extremas” y dan esperanza a un mundo apegado “a las cosas y a las ambiciones” y “abrumado por densas sombras”.
“La eficiencia y el apego a las cosas y a las ambiciones hacen que estemos centrados en nosotros mismos y seamos incapaces de altruismo. El Evangelio, vivido en la comunidad, puede restituirnos una humanidad íntegra, sana, redimida”, señaló en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, que la Iglesia Católica celebra el 19 de octubre.
Este año el Pontífice ha elegido como lema para esta Jornada “Misioneros de esperanza entre los pueblos”, que -según explica- recuerda a cada cristiano y a la Iglesia, comunidad de bautizados, “la vocación fundamental a ser mensajeros y constructores de la esperanza, siguiendo las huellas de Cristo”.
El Santo Padre recuerda que Cristo experimentó todas las fragilidades humanas, excepto la del pecado, “pasando también momentos críticos, que podían conducir a la desesperación, como en la agonía del Getsemaní y en la cruz”.
Así llama a los misioneros a hacer como Jesús, que encomendaba todo a Dios Padre, “obedeciendo con plena confianza a su plan salvífico para la humanidad, plan de paz para un futuro lleno de esperanza”.
Por ello, asegura que Cristo es el “modelo supremo de todos aquellos que, a lo largo de los siglos, llevan adelante la misión recibida de Dios, incluso en las pruebas más extremas”.