La dictadura de Daniel Ortega y su esposa y “copresidenta” Rosario Murillo ordenó la salida de Nicaragua de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y ordenó la expulsión de esta del país centroamericano, tras la afirmación, en un reciente informe, de que 1,4 millones de personas padecen hambre en Nicaragua.
“La actitud de la FAO es inaceptable, inadmisible e irrespetuosa. En consecuencia, comunicamos el retiro de Nicaragua de esta Organización y exigimos el cierre de su Representación y Oficinas en Nicaragua a lo inmediato", comunicó en una carta del 3 de febrero el canciller nicaragüense, Valdrack Jaentschke.
En el texto enviado al director general de la FAO, Qu Dongyu, el régimen de Nicaragua rechazó el informe sobre el "Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2024", que advierte que el 19.6% de la población de Nicaragua, es decir 1,4 millones de personas, padecen hambre; y que el 15% de niños menores de 5 años tienen retrasos en su crecimiento por la falta de una buena alimentación. Este porcentaje corresponde a unos 100.000 menores.
El canciller indicó que la dictadura rechaza el informe "por carecer de objetividad, rigor metodológico, por contener información falsa, con tendencia injerencista, agresiva y que ha sido difundida de manera mal intencionada con fines políticos", aunque no precisó cuáles serían las supuestas cifras verdaderas o correctas.
El informe de la FAO muestra datos que “los dictadores no pudieron alterar”
Martha Patricia Molina, autora del informe Nicaragua: Una Iglesia perseguida, que da cuenta en su última edición de casi 1.000 ataques de la dictadura de Ortega y Murillo contra la Iglesia Católica, criticó la decisión del régimen de expulsar a la FAO, que trabajaba en Nicaragua desde hace casi 40 años con distintos programas de ayuda.