Hace 26 años un niño jugaba a ser sacerdote, organizaba procesiones y veía a los presbíteros como “superhéroes”. Hoy, ese sueño se ha hecho realidad: el P. Rosenberg Augusto Franco Barrera, de la Diócesis de Santa Rosa de Lima (Guatemala), vive plenamente su vocación.
En una entrevista con ACI Prensa, el P. Franco Barrera, también conocido como “el Padre Gus”, recordó que todo comenzó cuando tenía alrededor de 6 años. Su madre, quien era catequista, lo llevó a la ordenación sacerdotal de un amigo de su juventud, el P. Walter Salazar.
“Ese día fue como el marcar de una historia”, recordó. Al observar cómo el sacerdote a ser ordenado se postraba, él pensó: “para mí solamente se tiró, porque no sabía que era postración. Yo imito lo mismo”.
Desde entonces, el Padre Gus recuerda que empezó a sentirse atraído por la vida sacerdotal. Señaló que “jugaba a hacer Misa con mis hermanos, con mis primos, con los que conocía, o solito”. Entre sus recuerdos de infancia destaca su fascinación por la indumentaria eclesiástica: “miraba al sacerdote como con una capa, que ahora sé que es la casulla, y decía: pues este es superhéroe, se mira llamativo”.
Su devoción también fue alimentada por las numerosas procesiones religiosas en Guatemala, especialmente las de Semana Santa, como la emblemática Procesión de Jesús Nazareno de los Milagros en la Ciudad de Guatemala.
“En Guatemala es muy común que en la Semana Santa haya muchas procesiones, o bueno, aquí todo el tiempo hay procesiones. Entonces también jugaba a las procesiones, o al Via Crucis en vivo”, relató el Padre Gus.