Mons. Quesnel Alphonse, Obispo de Fort Liberté, en el noreste de Haití, describió la situación que atraviesa el país caribeño, especialmente fuera de la capital, como una auténtica “asfixia”.
“Es como si nos estuvieran ahogando. Apenas se sobrevive. Las cosas están cada vez más difíciles, y no sabemos qué va a pasar”, dijo Mons. Alphonse en una entrevista difundida por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) el 8 de enero, en la que el prelado compartió cómo se ha vivido este difícil tiempo en el país.
Haití lleva meses sumido en una espiral incontrolable de violencia, agravada tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse el 7 de julio de 2021. Desde entonces, el país enfrenta un vacío de poder, carece de un liderazgo electo legítimo y sufre el aumento de la influencia de grupos armados que controlan amplias zonas del territorio.
A la violencia generada por las pandillas en Haití se suma una grave crisis económica que, según Mons. Quesnel Alphonse, ha llevado a la población a una situación extrema en la que los haitianos “no sólo son pobres, ahora viven en la miseria. Esto afecta a todo el país. La desesperación está en su punto más alto, y cuando eso sucede, cualquier cosa puede ocurrir”.
Situación de la migración
El obispo haitiano indicó que una de las principales preocupaciones es la situación de desplazamiento y migración forzada que ha generado esta crisis, especialmente fuera de Puerto Príncipe, la capital, donde “los habitantes rurales, al no encontrar respuesta a sus necesidades en el campo, han emigrado a la capital”.