La constitución apostólica Praedicate Evangelium, con la que el Papa Francisco reformó la Curia en 2022, se apartó de este planteamiento. Ya no se distinguía entre congregaciones y consejos pontificios, que se definían todos como dicasterios. Por tanto, ya no había diferencia en cuanto a quién podía ser el jefe del dicasterio, cargo que también podía recaer en un laico.
Sin embargo, al presentar la reforma de la Curia el 21 de marzo de 2022, el entonces P. Gianfranco Ghirlanda —creado cardenal por el Papa Francisco en el consistorio del 27 de agosto de 2022— explicó que todavía había algunos dicasterios en los que era apropiado que un cardenal dirigiera y señaló que la “constitución no deroga el Código de Derecho Canónico, que establece que en los asuntos que conciernen a los clérigos, son los clérigos los que deben juzgar”.
En la práctica, la misión canónica ya no se daba por orden, sino por decisión del Papa. Por eso un laico como Paolo Ruffini podía estar al frente del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano.
Éste es el núcleo del debate: ¿hay cargos que sólo pueden ejercerse por nombramiento papal, o hay cargos que, a pesar del nombramiento papal, sólo pueden ejercerse si uno es ordenado?
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La cuestión surge cuando un pro-prefecto apoya a la Hermana Brambilla. El Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica tiene diversas competencias, pero todas ellas son actos genéricos de gobierno que pueden ejercerse sin la ordenación sacerdotal. Sin embargo, hay situaciones en las que el clero tiene que decidir y es probable que se haya pensado que estas decisiones no pueden gestionarse sin una ordenación.
De esta manera se creó la figura del pro-prefecto, cuya definición parece, sin embargo, ser utilizada de forma incorrecta. El documento Praedicate Evangelium describe a dos pro-prefectos que son los jefes de las dos secciones del Dicasterio para la Evangelización. Esto se debe a que estos dos pro-prefectos dirigen las secciones del dicasterio “en lugar” del (es decir, pro-) Papa, que es considerado el prefecto del dicasterio.
En otros casos, se nombró pro-prefecto a un prelado que no tenía todavía el grado necesario para ejercer formalmente el cargo. Por ejemplo, cuando Angelo Sodano fue nombrado secretario de Estado del Vaticano el 1 de diciembre de 1990, todavía era arzobispo. Por tanto, se le nombró pro-secretario de Estado porque la Constitución Apostólica Pastor Bonus preveía que el secretario de Estado debía ser siempre un cardenal. Sodano conservó el título de pro-secretario de Estado hasta el consistorio del 28 de junio de 1991, cuando fue creado cardenal y asumió formalmente el título de secretario de Estado a partir del 1 de julio de 1991.
Sin embargo, el pro-prefecto Artime ya es cardenal y no ejerce jurisdicción en lugar del Papa. En todo caso, trabaja junto a la prefecta, la Hermana Brambilla. Su papel es más bien de co-prefecto y todavía está por ver si el Papa nombrará un secretario para el dicasterio para entender el organigrama.
¿Un modelo jesuita para gobernar la Iglesia?
La elección de colocar a un eclesiástico junto a la prefecta refleja algunas órdenes religiosas, que tienen “hermanos” (laicos consagrados) al frente, pero son designados junto a figuras con autoridad sacramental.