“Es necesario tener un entorno donde se eliminen algunos de esos extintores y donde exista la oportunidad de crecer y crecer”, dijo el P. Schmitz.
“SEEK es uno de esos lugares con un ambiente rico en oxígeno”, continuó el P. Schmitz. “Es un entorno propicio para el encuentro con el Señor, el encuentro con los demás y la transformación”.
La Hermana Tonia del Corazón de Jesús Borsellino, de las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, quien ha participado durante mucho tiempo de SEEK y se convirtió en religiosa, dijo que notó “una gran apertura a la vida religiosa” en SEEK este año.
“Muchas mujeres jóvenes se acercaron a nuestro stand y nos hicieron preguntas”, dijo. “No tienen miedo de conocernos. Ha sido muy agradable verlas”.
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La propia Hermana Tonia se encontraba en un momento de discernimiento cuando asistió a SEEK como estudiante universitaria. Ella compartió que ha estado reflexionando sobre cuánto ha hecho el Señor desde entonces.
“Estoy orando por aquellos que están discerniendo y que quieren una mayor apertura, confianza y entrega, y que simplemente sepan que no hay nada que temer”, continuó la Hermana Tonia. “Como dijo JPII: ‘No tengan miedo’. Y es cierto. No hay nada que temer con el Señor, y simplemente permítanle que los lleve en un hermoso viaje”.
La Hermana Josephine Garrett, una de las oradoras principales, señaló en su discurso del sábado, la última noche de la conferencia, que sentía que había estado creciendo con los asistentes.
“Me di cuenta de que hay muchos de ustedes aquí que he conocido desde que estaban en la escuela secundaria en diversas formas de ministerio”, dijo la Hermana Josephine. “Quiero decirles que hemos estado creciendo juntos y también estamos envejeciendo. Estamos envejeciendo”, bromeó.
“Antes de entrar en la vida religiosa, todo lo que veía eran promociones y dinero”, continuó la Hermana Josephine. “Incluso cuando entré en la vida religiosa, todo lo que veía eran las 20 hectáreas en las que se encontraba ese convento. Nunca imaginé que podría emprender un viaje con ustedes, caminar junto a ustedes a lo largo de los años”.
“Quiero decirles que todos ustedes han sido un gran regalo para mí y han sido un gran regalo para la Iglesia. Todos y cada uno de ustedes son miembros necesarios del cuerpo de Cristo”, dijo. “Si no estuvieran aquí en la Iglesia participando en su vida sacramental, se los extrañaría. El cuerpo los lamentaría y anhelaría su presencia”.