Esta escuela secundaria jesuita enciende la fe e inspira a los estudiantes a seguir el sacerdocio
Jimmy Mitchell (primera fila, a la izquierda) lidera a un grupo de estudiantes jesuitas en un Rosario a pie después de la escuela./ Crédito: Jesuit High School.
Al hablar con los graduados de la Jesuit High School de Tampa, Florida (Estados Unidos), que ahora buscan el sacerdocio, surge un estribillo familiar: la mayoría de ellos no tenían una fe católica fuerte antes de ingresar a la secundaria, al menos no una fe que consideraran propia.
“Como muchos católicos de hoy, gran parte de mi fe fue muy tibia mientras crecí”, dijo Austin Smith, un graduado jesuita de 2017 y actual seminarista de quinto año en el St. Vincent de Paul Regional Seminary en Boynton Beach, Florida.
Pero después de su experiencia en la escuela secundaria —en una escuela marcada por una cultura de ministerio entre pares, sacramentos católicos fácilmente disponibles que incluyen la Misa diaria y la confesión frecuente, retiros inspiradores y oportunidades de viajes misioneros— varios jóvenes en los últimos años han descubierto que Dios los está llamando a servirlo de una manera que antes no podrían haber imaginado: como sacerdotes.
“Ciertamente no tenía ningún deseo de ser sacerdote cuando ingresé a la Jesuit. No tenía ningún deseo de llevar una vida de virtud en general… [pero] puedo decir que, en lo que respecta a mi vida, [Dios] me ha sorprendido de muchas maneras maravillosas y ha cumplido muchos de mis deseos más allá de mis sueños más locos, simplemente por serle fiel y seguirlo”, dijo Smith.
Jesuit es una escuela secundaria católica para varones fundada en 1899 con aproximadamente 860 estudiantes. Jimmy Mitchell, director del ministerio del campus en Jesuit, le dijo anteriormente a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que el énfasis de la escuela en el ministerio católico entre pares, mediante el cual se anima a los estudiantes a compartir su fe con sus compañeros de clase, fomenta entre el cuerpo estudiantil lo que Mitchell llama "una hermandad con consecuencias eternas".
Solo durante el año escolar 2020-2021, 22 estudiantes de la Jesuit High School se convirtieron a través de su programa de Rito de Iniciación Cristiana para Adultos (RCIA, por sus siglas en inglés), una cifra sin precedentes que continuó y elevó una tendencia, con docenas de estudiantes que eligieron aceptar la fe católica cada año desde entonces.
El fácil acceso a los sacramentos, especialmente la Misa y la confesión, es una piedra angular en Jesuit. La escuela también prioriza las “liturgias hermosas, nobles y dignas” en su Capilla de la Santa Cruz, un edificio románico construido en 2018 y diseñado para fomentar la devoción. Los estudiantes también participan en viajes misioneros y oportunidades de servicio local mediante las cuales se pone en práctica activamente el lema de la escuela, “Hombres para los demás”.
Hablando con CNA el año pasado, el sacerdote jesuita Richard Hermes, quien recientemente renunció como presidente de la escuela para tomar un año sabático, dijo que no había “nada más importante” para él y para la escuela que promover la fe y guiar a los jóvenes hacia Dios.
El P. Hermes dirigió la escuela durante 16 años, y entre 2010 y 2023 más de 100 estudiantes fueron bautizados y recibidos en la Iglesia.
“Se van de aquí con la mentalidad de estar al servicio de la Iglesia, y [su fe] no sólo morirá aquí después de obtener el diploma”, dijo el P. Hermes en esa ocasión.
“Enamórense de Dios”
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Smith, quien se graduó de la Jesuit antes de la finalización de la nueva capilla y antes de la llegada de Mitchell como ministro del campus, describió sin embargo el ambiente escolar “como un útero de fe” que le proporcionó “pasos fundamentales en el camino” para hacer crecer la semilla de fe que ya tenía después de escuchar por primera vez el llamado al sacerdocio a los 16 años.
“Tuve una experiencia del amor de Dios en el sacramento de la confesión. Fue en ese momento cuando decidí empezar a seguir a Dios. Empecé a confesarme prácticamente todas las semanas como un compromiso personal que había asumido de seguir a Dios”, explicó.
Dijo que la escuela le brindó a él y a otros jóvenes interesados en el sacerdocio la oportunidad de asistir a retiros de discernimiento. El ejemplo de los sacerdotes jesuitas de la escuela, incluido el P. Hermes, el ex presidente de la escuela, ayudó a que el estilo de vida sacerdotal pareciera más una posibilidad para Smith.
“Allí había muchos sacerdotes. Se celebraban Misas dos veces al día. Se practicaba una teología sólida. Se organizaban buenos retiros... Era un lugar estupendo para crecer en la fe”, afirmó.
Y a pesar del compromiso de la escuela con una enseñanza ortodoxa de la fe católica, la indagación no estaba mal vista en sus clases de Teología, añadió. Se fomentaban las preguntas a medida que cada estudiante trazaba su propio camino, idealmente hacia una aceptación plena de la fe católica.
El programa de ministerio entre pares dirigido por Mitchell creció significativamente después de que Smith dejó la escuela, pero Smith dijo que seguía siendo “extenso” durante los años que asistió. Como parte del ministerio, los estudiantes se guían entre sí en la formación de la fe a través de grupos pequeños, participando en conversaciones vulnerables, compartiendo testimonios y hablando sobre su fe.
Smith dijo que participar en los programas con sus compañeros más jóvenes ayudó a fomentar “un corazón paternal” dentro de él y un deseo de llevar a Cristo a los jóvenes.
“Quiero que estos muchachos experimenten el amor de Dios que yo he experimentado, que experimenten la misericordia que he experimentado en el sacramento de la confesión, que experimenten la sanación en diferentes áreas de sus vidas quebrantadas que yo he experimentado. Creo que darnos habilidades para ser líderes en la fe y hacernos cargo de nuestra fe fue algo muy importante”, dijo.
Smith dijo que quiere animar a otros jóvenes que estén intentando discernir el llamado de Dios para su vida a que se rodeen de personas que les ayuden a crecer en la virtud. Además, aconsejó, busquen “crecer en la relación con Dios. Enamórense de Dios. Permítanle ganar cada vez más su corazón a través de la oración personal todos los días, a través de la vida de los sacramentos, y todo fluirá de ahí”.
“Cuando le damos a Dios nuestro ‘sí’, no tenemos ni idea de adónde nos puede llevar cualquier vida de santidad a la que nos llame. Puedo prometerle a cualquiera que lea esto que será mucho más grandioso, más único y más maravilloso que cualquier cosa que jamás hayamos podido imaginar”, dijo Smith.
“Pecadores pero llamados”
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Jeff Miraflor, graduado de la Jesuit de 2013 y actual seminarista, está estudiando Teología en Filipinas en la Universidad Ateneo de Manila.
Miraflor dijo a CNA que a pesar de haber practicado su fe católica al ingresar a la Jesuit High School, su fe carecía de profundidad personal hasta que comenzó a moldearse mediante la educación jesuita. Miraflor dijo que todos sus maestros en la escuela jesuita, clérigos y laicos, ayudaron a modelar la fe para él y lo desafiaron a crecer de muchas maneras.
“Todos estos jesuitas que me enseñaron en el aula me dieron una imagen holística de quiénes son los sacerdotes y, en particular, los jesuitas: pecadores pero llamados. Fue a través de ellos que vi el lado humano del sacerdocio… sacerdotes y escolásticos que eran muy inteligentes, muy exigentes con sus estudiantes pero razonables y misericordiosos, talentosos y también tenían sentido del humor”.
De manera similar a Smith, Miraflor dijo que la oportunidad de ser mentor de estudiantes más jóvenes como parte del programa de ministerio entre pares lo ayudó a fortalecer su propia fe y, al mismo tiempo, a fortalecerla en otras personas. Fue en uno de los retiros escolares donde comenzó a considerar el sacerdocio, dijo.
“Dirigir a los estudiantes como si fueran sus iguales realmente requiere que uno tenga confianza en su propia fe, lo cual se puso a prueba al dar mi propio testimonio frente a mis compañeros durante las charlas de retiro y al compartir en grupos pequeños”, explicó.
Miraflor, un cantante, se sintió edificado e inspirado al aprender en la escuela jesuita sobre la tradición de la música sacra de la Iglesia, de la mano del sacerdote jesuita Patrick Hough. También mencionó al P. Hermes como una presencia formativa en la escuela que modeló lo que Miraflor se dio cuenta de que quería de una vida sacerdotal.
Más tarde, el P. Hermes le ofreció a Miraflor una invitación personal para unirse al sacerdocio, dijo.
“Fue mi primera experiencia de lo que ahora, como jesuita, conozco como ‘ministerio de presencia’, estar ahí para la gente incluso si no tenemos nada que ‘hacer’. Para [el P. Hermes], fue más que sólo ‘estar ahí’, sino experimentar la vida de la escuela con los estudiantes y, a través de eso, conocer realmente a los estudiantes”, explicó Miraflor.
“Esto generó una confianza que lo hizo menos intimidante como presidente de la escuela, lo cual fue importante para cuando se unía espontáneamente a nuestros retiros escolares o era el sacerdote sentado en el confesionario durante el almuerzo”, dijo.
Después de estudiar un tiempo en la Universidad de Florida Central después de graduarse de la escuela secundaria, Miraflor asistió a la Universidad de Fordham después de unirse a los jesuitas. Luego enseñó durante tres años en la escuela secundaria jesuita en Nueva Orleans, donde también se desempeñó como director del coro y director del ministerio del campus, antes de partir a su misión jesuita en Filipinas.
“Aunque definitivamente no dormí lo suficiente, estar ahí para los estudiantes de la misma manera que los jesuitas estuvieron ahí para mí cuando era estudiante de secundaria es una posición muy privilegiada, porque muchos de los estudiantes confían en mí sabiendo que estoy ahí para ellos no por dinero, no para mi propio beneficio, sino para su servicio”, dijo Miraflor.
“También es una alegría estar con jóvenes que son increíblemente inteligentes, talentosos, hábiles en sus propias áreas y que también saben reír y disfrutar de la vida”.
Para otros hombres que sentían que Dios podía estar llamándolos al sacerdocio, el consejo de Miraflor era simple.
“No hay nada que perder al asistir a un retiro de discernimiento... Incluso si percibes que Dios te está llamando a otro lugar, el crecimiento que obtienes al conocerte mejor a ti mismo es increíblemente valioso”, concluyó.
“Hablar con el Señor todos los días”
James Slack, otro graduado de la Jesuit y estudiante de primer año en la Universidad de Dallas, actualmente está discerniendo seriamente el sacerdocio. Le dijo a CNA que, a diferencia de algunos de sus compañeros, eligió asistir a la Jesuit High School porque recientemente había comenzado a tomar en serio su fe y sabía que la escuela le brindaría lo que necesitaba para crecer en esa fe. La capilla de la escuela todavía era relativamente nueva cuando Slack llegó.
“Al ver la hermosa capilla y el ambiente y la cultura de la escuela, supe que ahí era donde más podía crecer en mi fe, y creo que ahí es donde el Señor quería que fuera”, explicó.
“Creo que el Señor plantó en mi corazón la semilla de querer ser santo y de querer ser muy intencional en mi relación con Él, y simplemente le dio todo lo que necesitaba para crecer”.
Slack dijo que los sacerdotes de su escuela secundaria eran “algunos de los mejores hombres, en general, con los que he podido pasar tiempo… personas increíbles que realmente hicieron que la fe fuera personal y accesible para mí”. Dijo que se sintió particularmente inspirado por la disponibilidad que mostraron los sacerdotes en el confesionario y dijo que él también ha llegado a desear servir a la gente de esa manera.
Mientras continúa su proceso de discernimiento, Slack enfatizó que está tratando cada día de acercarse a Dios a través de la oración personal. Para otros hombres que intentan discernir el llamado de Dios para sus vidas, enfatizó la importancia de buscar la guía de los demás y confiar en el tiempo de Dios.
“El Señor puede obrar de la manera que quiera… y yo he sido muy feliz simplemente viendo con paciencia si puedo escuchar su voz día a día”, dijo.
“Creo que si alguien está discerniendo o sintiendo este llamado, creo que lo más importante que debe hacer es mantener una buena vida de oración, asegurándose de que cada día se dirige al Señor con confianza y fe, pero también con un cierto sentido de regularidad y disciplina… Es muy fácil perderse en nuestros propios pensamientos, en nuestros propios planes, en nuestros propios sentimientos, y puede ser muy difícil distinguirlos de los impulsos del Espíritu Santo si no pasamos tiempo simplemente hablando con el Señor de manera muy personal todos los días”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.
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