VATICANO,
Reunido en Castelgandolfo con los participantes en el capítulo general del Instituto de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, el Papa Juan Pablo II recordó que el cuidado permanente de la vida espiritual es una exigencia prioritaria para la renovación de la fidelidad al carisma originario.
“¡Tomad decisiones claras según las prioridades de vuestra misión! Entre las exigencias prioritarias se encuentra el cuidado permanente de la vida espiritual para renovar constantemente vuestra fidelidad al carisma originario”, indicó el Santo Padre a los religiosos.
“Dios, por medio de la acción del Espíritu Santo, permite a las familias religiosas responder adecuadamente a los nuevos desafíos, sirviéndose del don específico que se les ha confiado”, añadió el Papa.
Tras recordar el lema de la asamblea capitular, "Testigos de la esperanza", Juan Pablo II dijo que la presencia de los Oblatos, "animada por un auténtico fervor religiosos y misionero debe ser signo y semilla de esperanza para los que os encuentran, tanto en ambientes secularizados como en lugares donde todavía no ha llegado el primer anuncio del Evangelio".
Más adelante, el Santo Padre animó a los Oblatos a perseverar en los objetivos que se han propuesto, “sobre todo el de una unión fraterna renovada, según la voluntad del santo fundador, Eugenio de Mazenod, que pensaba en el Instituto como en una familia cuyos miembros forman un solo corazón y una sola alma".
Al recordar que en la actualidad los Oblatos estaban presentes "con más de mil comunidades en 67 países”, subrayó que “esta unidad es un desafío exigente pero muy importante para la humanidad, llamada a recorrer el camino de la solidaridad en la diversidad".