En una audiencia con niños y jóvenes de la Acción Católica Italiana, el Papa Francisco recordó que la Navidad no es solamente una cena, sino que es una festividad que está “en la raíz de nuestra fe”.
Tomando como referencia la misión de los apóstoles como “pescadores de hombres”, el Santo Padre precisó que el Señor “no quiere capturar a nadie”, sino que respeta nuestra libertad.
Así, nos ofrece “su amor y su salvación, sin pretender nada a cambio y sin excluir a nadie” y contagiando “la alegría y maravilla de su amor”, continuó.
Al dirigirse a los más pequeños, el Pontífice precisó que la “gente aburrida” es aquella que no sabe maravillarse y que “ha perdido la capacidad de asombro”.
Por ello, a pocos días de la Navidad, les invitó a detenerse frente a un pesebre y a reflexionar sobre “los rostros maravillados” de los Magos y pastores: “¡Cuánto asombro hay allí!”, exclamó.
Sin embargo, el Papa Francisco puntualizó que esto “no vale solo para Navidad: Toda nuestra vida, de hecho, es un don extraordinario: cada uno de nosotros es único y cada día es especial, como decía el Beato Carlo Acutis”.