Las témporas parecen ser una práctica cristiana muy antigua, atestiguada por primera vez como parte de la tradición apostólica por el Papa León I, en el siglo V. El propósito de su introducción, según la Enciclopedia Católica, era agradecer a Dios por los regalos de la naturaleza (de ahí su vínculo con las estaciones naturales), especialmente los cultivos utilizados para hacer pan y vino para la Eucaristía; enseñar a las personas a hacer uso de esos dones con moderación; y ayudar a los necesitados.
Los días de témporas también servían como respuesta a las fiestas paganas de Roma; estos días alentaban a los cristianos a contrarrestar los excesos y el libertinaje de esas fiestas mediante el ayuno y la oración. Al principio, la Iglesia de Roma celebraba ayunos en junio, septiembre y diciembre, pero no se fijaban los días exactos. El primer registro de que se decretaron ayunos para las cuatro estaciones aparece en los escritos del Papa Gelasio, a finales del siglo V.
Después de Gelasio, la práctica se extendió más allá de Roma. Gelasio también inició la práctica de permitir la concesión de ordenaciones los sábados de témporas, que anteriormente se realizaban sólo en Pascua, según registra la Enciclopedia Católica. Esa tradición de realizar ordenaciones los sábados de témporas también continúa hoy en día y, además, los días de témporas han sido tradicionalmente días de oración por las vocaciones.
La observancia de las témporas fue prescrita posteriormente para toda la Iglesia latina por el Papa Gregorio VII (1073-1085). Por lo tanto, las témporas fueron una parte importante de la vida católica durante bastante tiempo.
Aunque el derecho canónico ya no exige la observancia del ayuno y la abstinencia en los días de témporas, estos siguen siendo importantes para los católicos de muchos países, y no se desalienta su observancia continua por parte de los católicos de todo el mundo. De hecho, algunos obispos de los Estados Unidos han alentado explícitamente a sus católicos a observar los días de témporas y rezar por intenciones específicas.
Las témporas son una tradición fascinante y antigua de la Iglesia Católica que ha sido en gran medida olvidada, al menos en los Estados Unidos. Aunque ciertamente no es obligatorio, puede considerar celebrar las últimas témporas del año, agradeciendo a Dios por la naturaleza y por los regalos que nos da a través de ella.