16 de diciembre de 2024 Donar
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La “Gruta de la Leche” en Belén: Un lugar de peregrinación y esperanza para familias que buscan un milagro

Interior de la Gruta de la Leche en Belén. Al fondo, la representación más conocida de Nuestra Señora de la Leche./ Crédito: Marinella Bandini

A poca distancia de la Gruta de la Natividad, en Tierra Santa, se encuentra la única gruta de piedra blanca en toda la región de Belén. Conocida como la “Gruta de la Leche”, su color y su nombre están vinculados a una leyenda que se remonta al siglo VI.

Según la historia, la Sagrada Familia encontró refugio en esta gruta durante la “matanza de los inocentes”, relatada en el segundo capítulo del Evangelio de Mateo. Allí, un ángel se apareció a José y le indicó que huyera a Egipto. La leyenda cuenta que, mientras la Virgen María amamantaba al Niño Jesús, al retirarlo del pecho apresuradamente para partir, una gota de leche cayó al suelo, volviendo la piedra completamente blanca.

Desde 1872, un santuario perteneciente a la Custodia de Tierra Santa se alza sobre la gruta (renovado en 2006). Sin embargo, registros del siglo XII ya mencionan la existencia de una “Iglesia del Descanso” y la “Gruta de la Leche”.

Entrada al santuario de la Gruta de la Leche en Belén. Desde 1872, sobre la gruta se alza un santuario perteneciente a la Custodia de Tierra Santa. Crédito: Marinella Bandini

Desde el siglo VI, reliquias de la Gruta de la Leche han sido conocidas tanto en Europa como en Oriente. Estas consisten en polvo de roca extraído de la gruta, considerado milagroso y distribuido en pequeñas bolsas, una práctica que sigue vigente. En 1250, Perdicca de Éfeso escribió que este polvo ayudaba a las madres a producir leche cuando carecían de ella.

Por esta razón, la gruta ha sido durante siglos un lugar de peregrinación favorito para mujeres y familias que buscan la bendición de un hijo o enfrentan dificultades con el embarazo y la lactancia. No sólo las mujeres cristianas, sino también muchas mujeres musulmanas —que consideran a María un modelo de virtud femenina— peregrinan aquí.

Pequeños milagros de la gruta

“Sólo una gota fue suficiente para cambiar el color de la roca, y esta gota sigue transformando la vida de las personas”, dijo el P. Luis Enrique Segovia, guardián del convento franciscano de Belén, quien ha servido en la Gruta de la Leche durante los últimos ocho años.

La imagen de Nuestra Señora de la Leche en el interior de la Gruta de la Leche en Belén. Crédito: Marinella Bandini

“Muchas personas vienen aquí, incluso desde lejos, buscando un milagro, y en un instante todo cambia”, afirmó.

Llegar al santuario de la Gruta de la Leche “es venir a un lugar de esperanza, un lugar de vida”, añadió Segovia. “La gente viene a pedir el don de la maternidad y la paternidad, el regalo de la vida. No se trata sólo de [consumir] el polvo. Aquí, la Virgen María puede generar vida; puede transformar la vida de las mujeres y las familias”.

Miles de cartas han llegado al santuario, testimoniando las gracias recibidas. Estos relatos ahora cubren por completo las paredes de la pequeña oficina de los frailes. Las cartas suelen estar acompañadas de fotos de niños cuyos nacimientos se atribuyen a la intercesión de Nuestra Señora de la Gruta de la Leche.

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“Algunos regresan en peregrinación y traen al niño”, explicó Segovia. “Hace unos años incluso celebramos un bautizo”.

Entre los peregrinos en el verano de 2019 estuvieron Federica Crippa y su esposo Giacomo, una joven pareja que había sufrido la pérdida de dos hijos debido a abortos espontáneos en los primeros meses de gestación. “Teníamos tantas preguntas”, dijo Federica a CNA. “¿Por qué Dios nos había dado dos hijos que ni siquiera tuvieron la oportunidad de nacer?”.

El P. Luis Enrique Segovia señala unas cartas colgadas en la pared del despacho de los frailes, junto a la Gruta de la Leche en Belén, que dan testimonio del nacimiento de un niño atribuido a la intercesión de la Virgen. Crédito: Marinella Bandini

Cuando llegaron a Belén, Federica estaba embarazada por tercera vez. “Cuando noté algo de sangrado, entré en pánico”, recordó. “La amiga que nos hospedaba sugirió que visitáramos la Gruta de la Leche”.

La pareja rezó por la vida de su bebé. “Nuestras vidas están profundamente marcadas por la fe”, afirmó Federica. “La Gruta de la Leche era el lugar indicado en ese momento”.

Al regresar a Italia, el ginecólogo de Federica le prescribió reposo absoluto, confirmando un desprendimiento parcial de placenta que, sin embargo, se había estabilizado. La pareja continuó encomendándose a Nuestra Señora de la Gruta de la Leche, y en febrero de 2020 nació su hijo Giovanni. Dos años después, llegó un hermanito.

“Nos gusta pensar que el nacimiento de Giovanni está conectado con la Gruta de la Leche. Si no hubiéramos estado allí, no sé qué habría pasado”, reflexionó Federica.

Federica Crippa con su marido, Giacomo, y sus dos hijos durante unas vacaciones en la montaña. El nacimiento del hijo mayor de la pareja, que llegó tras dos abortos espontáneos, se atribuye en parte a la intercesión de Nuestra Señora de la Gruta de la Leche. Crédito: Foto cortesía de Federica Crippa

Oraciones respondidas

Entre los devotos de la Gruta de la Leche se encuentra otro fraile de la Custodia de Tierra Santa, el P. Giuseppe Gaffurini. Su devoción comenzó muchos años antes de llegar a Tierra Santa.

“Vivía en Roma y tenía una imagen de una escultura que representaba la huida a Egipto, con una oración detrás”, contó a CNA —agencia en inglés de EWTN News—. “La usaba cuando la gente me pedía que rezara para el don de los hijos. Cuando vine a Tierra Santa para un [mes de] descanso, una monja me dirigió a la Gruta de la Leche. ¡Qué sorpresa cuando vi allí esa misma escultura!”.

Una cruz en el interior de la Gruta de la Leche de Belén marca el lugar donde un ángel se le apareció a José y le dijo que huyera a Egipto (cf. Mt 2,13-14). Crédito: Marinella Bandini

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Desde entonces, el P. Gaffurini ha estado dirigiendo a todas las parejas que le piden oraciones para tener hijos a la Gruta de la Leche. Y nunca regresa a Italia sin llevar consigo algunas bolsitas con el polvo de la gruta.

“Todos los dones que Dios le dio a María, ella los comparte con nosotros. Esta es la razón teológica por la que esta devoción puede considerarse legítima y no como magia o superstición”, enfatizó. “Nos dirigimos a María y decimos: ‘Tú que disfrutaste las alegrías de la maternidad, comparte esta alegría con nosotros’. Esto es parte de la fe cristiana”.

El P. Gaffurini ha sido testigo de pequeños milagros relacionados con la gruta incluso dentro de su propia familia. Contó a CNA que su sobrino y la pareja de este deseaban profundamente tener un hijo, pero no lograban concebir. Durante un almuerzo familiar, el fraile les dio una bolsita con polvo de la Gruta de la Leche.

El P. Giuseppe Gaffurini, fraile franciscano de la Custodia de Tierra Santa, es devoto de Nuestra Señora de la Gruta de la Leche y testigo de muchas gracias. Crédito: Marinella Bandini

Francesca Carleschi, la pareja del sobrino del P. Gaffurini, compartió el resto de la historia con CNA.

“Fue el 8 de diciembre de 2022. En enero tenía programada una cita para procreación médicamente asistida. El P. Giuseppe me contó la historia de la Gruta de la Leche y me dio el polvo. Vengo de una familia cristiana y pensé que podría ser una ayuda extra”, explicó Carleschi.

Cada día, bebía un vaso de agua con una pizca del polvo y recitaba la oración que le habían dado junto con él.

“A finales de enero, cancelé mi cita para la procreación asistida porque estaba embarazada”. Nueve meses después, nació Giulio.

Cuando cuenta la historia, apenas puede creerlo, pero realmente le sucedió.

“Seguramente muchos factores jugaron a nuestro favor, pero tener esta posibilidad [del polvo], esta ayuda desde lo alto, me calmó. Me dio una confianza que quizá no había tenido antes en la posibilidad de que nuestro deseo se hiciera realidad”, dijo.

Francesca Carleschi con su esposo, Andrea, y su hijo, Giulio, en una foto tomada el día del bautismo de Giulio y su boda el 11 de octubre de 2024. Crédito: Foto cortesía de Francesca Carleschi

El pasado 11 de octubre, Carleschi y su pareja pidieron al P. Gaffurini que bautizara a su hijo, y en esa ocasión, también se casaron.

“Pensamos que necesitábamos devolver algo por lo que se nos había dado, o más bien, añadir una pieza más —por nuestro hijo, pero también por nosotros como pareja: casarnos y hacerlo en la iglesia, para pedir la ayuda de alguien más grande”.

“Los hijos son un regalo de Dios, todos ellos. El hecho de que, en algunos casos, este regalo venga acompañado de dificultades nos recuerda que todos los hijos son dones de Dios”, concluyó el P. Gaffurini.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.


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