En el día de Santa Lucía, el Papa Francisco afirmó que “necesitamos el trabajo y la palabra femenina en una Iglesia en salida, que sea levadura y luz en la cultura y la convivencia”.
El Papa Francisco ha dirigido un mensaje a la Iglesia en Siracusa con motivo de la festividad de su patrona, la mártir italiana a quien, según la tradición, el Señor permitió seguir viendo a pesar de que sus ojos fueron arrancados durante la persecución iniciada por el emperador Diocleciano a inicios del siglo IV, antes de ser asesinada por odio a la fe.
En el marco del Año Luciano, la ciudad de Siracusa se prepara para recibir los restos de esta santa, patrona de la vista, que actualmente reposan en Venecia. Santa Lucía fue enterrada en Siracusa, su ciudad natal. Sin embargo, sus restos fueron robados y trasladados a Constantinopla y, finalmente, tras el saqueo de la ciudad en 1204, fueron llevados a Venecia, a la iglesia de San Jeremías y Santa Lucía.
Las reliquias de la santa podrán venerarse en Siracusa desde el 14 hasta el 26 de diciembre. Se trata de la tercera vez que sus restos son trasladados temporalmente. La primera fue en 2004, con motivo del XVII centenario de su martirio. La segunda, en 2014, tras un acuerdo con el patriarcado de Venecia que establece este intercambio cada diez años.
En su mensaje difundido este viernes, el Santo Padre celebró este peregrinaje, “desde la ciudad que custodia su cuerpo desde hace ocho siglos hasta aquella donde su testimonio brilló inicialmente, difundiendo luz por todo el mundo”.
Según el Pontífice, en este movimiento se refleja el misterio de un Dios “que siempre da el primer paso, que nunca pide lo que Él mismo no está dispuesto a hacer”. En este contexto, subrayó que la comunión entre dos iglesias particulares, que ha hecho posible este traslado temporal, “indica a su vez un modo de habitar el mundo capaz de vencer las tinieblas que nos rodean: hay luz donde se intercambian dones, donde el tesoro de uno es riqueza para el otro”.