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Este gran río alguna vez fue llamado “Río de la Inmaculada Concepción”

Un puente sobre el río Misisipi cerca de St. Louis./ Crédito: Checubus / Shutterstock.

“Inmaculadas” no es una palabra que la mayoría de la gente usaría para describir las famosas aguas turbias del río Misisipi, pero el P. Jacques Marquette no era como la mayoría de la gente.

El explorador jesuita, que llegó de Francia como misionero a Canadá en 1666, fue uno de los primeros europeos en nombrar el Misisipi, que exploró y cartografió con su compañero Louis Joliet a partir de 1673. Y el nombre que le dio a esta arteria vital de América del Norte fue “El Río de la Inmaculada Concepción”.

La encomienda de este poderoso curso de agua —uno de los ríos más grandes e importantes del mundo— a la Virgen María fue parte de la misión de los jesuitas franceses de evangelizar a los nativos americanos de la zona, lo que, según todos los informes, hicieron, no con violencia, sino con compañerismo y respeto.

El P. Jacques Marquette entre los nativos americanos. Crédito: Wilhelm Lamprecht, 1869.

La actividad misionera francesa en América del Norte fue impulsada por grandes devotos de María, como Marquette, que tenía una visión del encuentro de dos civilizaciones, la europea y la nativa americana, bajo la fe católica, en lugar de una conquista de la tierra, dijo James Wilson, profesor de humanidades en la Universidad de St. Thomas en Houston.

“Partieron en sus canoas confiándose por completo a la gracia de Dios, confiándose por completo a María como la Inmaculada Concepción, y no buscaron construir monumentos duraderos a sus conquistas ni plantar banderas”, señaló Wilson, autor de un poema de siete partes llamado “Río de la Inmaculada Concepción”.

“Buscaban principalmente entrar como agentes de gracia entre los indios y vivir con ellos, predicarles y entrar en comunión con ellos”.

Por supuesto, el Misisipi hoy en día lleva su nombre original, que se traduce aproximadamente como “grandes aguas”. Pero Wilson dijo que lejos de ser una nota al pie de página en la historia, la consagración del Misisipi por parte de Marquette perdura como un testimonio de cómo la gracia de Dios ya estaba obrando en América del Norte. Casi dos siglos después, en 1846, los obispos de los actuales Estados Unidos declararon a María, bajo el título de la Inmaculada Concepción, como la patrona del país.

La iglesia en el río Inmaculada Concepción

Aunque la mayoría lo ha olvidado, el “Río de la Inmaculada Concepción” perdura en los recuerdos de una comunidad en particular: la congregación de la Capilla de la Inmaculada Concepción en Kaskaskia, Illinois.

Capilla de la Inmaculada Concepción, Kaskaskia, Illinois. Crédito: Diócesis de Belleville.

Kaskaskia fue, en un momento y en cierto modo, el centro del universo de Misisipi. La ahora pequeña aldea, ubicada en el río, es anterior a las históricas metrópolis ribereñas de Nueva Orleans al sur y St. Louis al norte. Conocida en un tiempo como la “Gran Aldea”, Kaskaskia fue un próspero nexo de comercio para los nativos y los tramperos franceses por igual. La ciudad de 1.900 habitantes era el lugar lógico, y en cierto modo el definitivo, para que los misioneros católicos lo utilizaran como su centro de evangelización.

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Emily Lyons, historiadora de la Capilla de la Inmaculada Concepción en Kaskaskia, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que el fundador de la iglesia, Marquette, tenía una “devoción absoluta a la Inmaculada Concepción”. Confiaba todo lo que podía al cuidado de María.

Marquette fundó la misión en Kaskaskia el domingo de Pascua de 1675 y murió más tarde ese mismo año.

Desde entonces, la iglesia dedicada a María en Kaskaskia ha perdurado como un testimonio notable de la gracia de Dios. Lyons dijo que desde los primeros días, cuando la iglesia era una estructura sencilla de troncos en posición vertical, la congregación ha “gastado unos cinco edificios diferentes”.

La isla en la que se encuentra Kaskaskia es extremadamente propensa a las inundaciones, y la iglesia ha tenido que ser trasladada varias veces a lo largo de los años. La iglesia actual de ladrillo data de 1894 y sufrió daños significativos en las grandes inundaciones de Misisipi de 1993. Al año siguiente, la Diócesis de Belleville la designó capilla. Hoy en día, el otrora próspero pueblo de Kaskaskia sólo tiene unas dos docenas de residentes.

Aunque ya no es una parroquia, la Capilla de la Inmaculada Concepción sigue atrayendo a muchos visitantes y fieles. Lyons dijo que cada año, en o alrededor de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, la comunidad tiene una Misa de celebración en la que cantan himnos marianos traducidos al idioma algonquino. La liturgia ha atraído a muchos católicos nativos americanos a lo largo de los años, dijo.

Los feligreses también realizan una procesión y recrean un supuesto milagro que ocurrió en la iglesia hace muchos años, en el que una joven indígena encontró lirios creciendo cerca de la iglesia, a pesar del frío invernal prohibitivo, y los llevó adentro como ofrenda para María.

La gracia de Dios en América

A diferencia de los españoles, cuya conquista de América del Norte a menudo estuvo marcada por la brutalidad, los franceses entraron con una “relativa paz” y respetaron en gran medida la humanidad de los nativos, dijo Wilson. Muchos de los nativos se convirtieron posteriormente e incorporaron el cristianismo a su forma de vida.

Meditar sobre esto, dijo Wilson, es reconcebir a los Estados Unidos no como una frontera salvaje domesticada más tarde por el hombre, sino como “un escenario donde la gracia de Dios es el primer actor”. Los jesuitas franceses, a través de su devoción a la oración y a la vida devota, estaban en sintonía con esta realidad, dijo Wilson.

“Consagrar el río Misisipi como el ‘Río de la Inmaculada Concepción’ no es plantar una bandera o proclamar la conquista. Es más bien reconocer que este vasto continente abierto debe, objetivamente hablando, definirse principalmente no por lo que hace ningún ser humano, sino por las acciones de Dios a través de su gracia”, dijo Wilson.

“Incluso cuando los cristianos tratan de hablar de la historia, hablan como si sólo los seres humanos hubieran actuado en la historia y no consideran que Dios es siempre el autor principal de cada acción, y que la gracia de Dios es el agente más dinámico de todo en la historia”.

Publicado originalmente el 4 de diciembre de 2022 en CNA. Ha sido actualizado para su republicación.

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