Los obispos católicos de Nuevo México articularon esta semana una declaración enérgica contra una política de deportación masiva de inmigrantes no autorizados, una política que el presidente electo Donald Trump ha prometido repetidamente implementar.
“Una política de deportación masiva no solucionará el sistema migratorio que está roto, sino que creará caos, separación familiar y traumatización de los niños”, escribieron Mons. John Wester, Arzobispo de Santa Fe; Mons. Peter Baldacchino, Obispo de Las Cruces; y Mons. James Wall, Obispo de Gallup; en una declaración publicada por Santa Fe New Mexican.
“Si bien es necesario expulsar a aquellos que nos causan daño, deportar a los inmigrantes que han construido equidad en nuestras comunidades y no representan una amenaza es contrario a los principios humanitarios y a nuestro interés nacional”, continuaron los obispos.
“Instamos a la nueva administración a reconsiderar esta política de deportación propuesta y, en cambio, regrese a las negociaciones bipartidistas para reparar el sistema de inmigración de los Estados Unidos”.
Nuevo México comparte una frontera de casi 290 kilómetros con México y depende en gran medida de los migrantes para proporcionar mano de obra. Se estima que entre 25.000 y 75.000 inmigrantes residían ilegalmente en Nuevo México en 2022, según estimaciones del Pew Research Center.
La declaración de los obispos de Nuevo México sigue a las palabras del mes pasado de Mons. Mark Seitz, Obispo de El Paso, Texas, a la cabeza del comité de migración de los obispos de Estados Unidos, quien dijo que si la administración Trump promueve medidas de inmigración que violen los derechos humanos básicos, los obispos católicos de la nación están preparados para “alzar la voz fuerte”.