Una investigación del Centro de Estudios, Formación y Análisis Social, vinculado a la Asociación Católica de Propagandistas, señala que la institución de la familia ha sido la gran perjudicada por la Constitución Española, aprobada el 6 de diciembre de 1978.
En sus conclusiones, los autores del informe aseguran que “o bien los políticos constituyentes se pasaron de buenistas y de intentar agradar, o bien los que gobernaron España de 1979 en adelante —muchos de los cuales participaron en el proceso constituyente—, con algunas zonas de luz, no lo han hecho nada bien para la familia en relación a temas esenciales”.
“La familia en España es ahora mucho más débil que lo que fue tradicionalmente en nuestro país con anterioridad a la etapa constituyente de 1977-1978”, subraya el estudio.
Esta debilidad se manifiesta en relación a la formación de las familias, a su estabilidad “y sobre todo, y muy ligado a lo anterior, lo es en relación a algo letal para la sociedad si no se corrige: la baja tasa de fecundidad”.
Como consecuencia, se ha producido “un gran empobrecimiento afectivo y altas tasas de soledad en la infancia (por falta de hermanos y muchas veces de uno de los progenitores en el hogar, generalmente el padre), y en la edad adulta y la vejez (por no convivir con una pareja estable y/o no tener hijos)”.
El estudio Constitución y familia: un principio fallido expone entre sus conclusiones que no toda la responsabilidad recae en los políticos, por varias razones.