En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco reafirmó que los sermones no deben durar más de 10 minutos y que deben presentar una idea, un sentimiento y una llamada a la acción.
Al inicio de su catequesis, en la que reflexionó sobre la obra evangelizadora del Espíritu Santo y su papel en la predicación de la Iglesia, el Santo Padre citó dos elementos que constituyen la predicación cristiana: su contenido, que es el Evangelio, y su medio, el Espíritu Santo.
Explicó asimismo que el Evangelio significa “la buena nueva proclamada por Jesús durante su vida terrenal” y, a su vez, “adquiere el nuevo significado de buena noticia sobre Jesús, es decir, el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Cristo”.
En este contexto, subrayó que, “si no queremos volver a caer en el error denunciado por el apóstol Pablo de anteponer la ley a la gracia y las obras a la fe, debemos partir siempre de la proclamación de lo que Cristo ha hecho por nosotros”.
Por eso, recordó que en la exhortación apostólica Evangelii gaudium insistió tanto “en el kerygma o anuncio, del que depende toda aplicación moral”.
El kerygma es, para el Pontífice, “el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras (...) Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio”, recordó citando su exhortación apostólica.