Marcos Cantos Aparicio, doctor en Teología Sistemática por la Universidad Eclesiástica San Dámaso dependiente del Arzobispado de Madrid (España), explica a ACI Prensa que los dogmas de la Iglesia Católica son irreversibles, pero no rígidos y que pueden desarrollarse y profundizarse con ayuda del Espíritu Santo.
“Los dogmas constituyen la expresión escrita de un acontecimiento, de una verdad referida al misterio íntimo de Dios y de su revelación” y, en este sentido, son “irreversibles e irreformables”, señala.
Esto no significa que sean “estáticos, rígidos”, porque “el Espíritu Santo puede, en efecto, ir guiando a la Iglesia hacia una comprensión y vivencia más profunda de una determinada verdad dogmática”.
Dicho de otra manera, cada dogma “puede, con el paso del tiempo, desarrollarse y profundizarse, pero siempre en el mismo sentido y con el mismo significado”, añade el experto.
Estos desarrollos no tienen un momento preestablecido: “Es el mismo Espíritu el que marca los tiempos y las formas a la Iglesia. Ésta tiene, entre una de sus misiones fundamentales, sino la fundamental, estar atenta a su voz, porque sabe que todo lo que emana de Él es gracia, luz y vida”.