"Dios está embarrado": La conmovedora misión de una monja en el corazón de la tragedia de Valencia
Foto izquierda: Misioneros y voluntarios en El Raval rezando antes de salir a servir al prójimo. Foto medio: P. Alejandro Beltrán y la Hermana Clara en labores de ayuda humanitaria. Foto derecha: Hermana Clara Medina Serra./ Crédito: Cortesía de la hermana Clara Medina Serra
¿Dónde está Dios en medio de la tragedia por las inundaciones en España? La hermana Clara Medina Serra, que lleva más de 20 días en una zona devastada de Valencia, asegura que “Dios está embarrado” con aquellos que sufren y lo han perdido todo.
“Si me preguntas dónde está, Dios está embarrado con cada corazón que sufre, con cada familia que llora y que se abraza, con cada familia que comparte, con cada voluntario que da su tiempo. Dios está en esa persona que dona su tiempo, su economía, sus recursos para que otro florezca. Está en las calles. Dios no se esconde, Dios no se queda estático”, compartió este lunes con ACI Prensa la religiosa de las Salesianas Misioneras.
El 29 de octubre de 2024, España sufrió un fenómeno meteorológico conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), que provocó lluvias torrenciales e inundaciones en diferentes zonas del país. Hasta el momento, el Centro de Integración de Datos (CID) ha contabilizado más de 200 fallecidos y decenas de desaparecidos.
“Hoy he llorado toda la mañana”
En la provincia de Valencia, una de las zonas más afectadas por la catástrofe, se pueden ver automóviles arrastrados por las calles, casas cubiertas de lodo y puentes y avenidas completamente destruidos.
La hermana Clara, una valenciana de 36 años que hace 13 consagró su vida a Dios con las Salesianas Misioneras, ha relatado que la situación actual es devastadora. Muchas familias perdieron sus viviendas y aún no ha sido reasentadas ni reciben el apoyo suficiente de las autoridades.
Ella, junto a un equipo conformado por cuatro hermanas misioneras y el sacerdote Alejandro Beltrán de la comunidad misionera de Cristo Pastor (que comparte el mismo carisma y fundadores), se encuentran desde hace unos 20 días sirviendo incansablemente y brindando ayuda humanitaria en el Raval, uno de los barrios más pobres no sólo del municipio de Algemesí, sino de toda España.
“A día de hoy, después de más de 20 días sin luz, muchos cuentan apenas con una presión de agua bastante inestable, mínima, y sin cocina. ¡Dime tú! ¡Sin camas! Hoy he llorado toda la mañana junto a otras personas al ver gente de 80 años durmiendo en el suelo y la casa húmeda y con barro, con una pared a punto de caerse, sin puerta”, relató la religiosa a ACI Prensa el lunes.
La hermana Clara cuenta que la gente vive “atrapada en una cadena difícil de romper”, ya que no tienen comida ni luz para cocinar, tampoco descansan porque no tienen dónde dormir. Además, nadie puede salir del pueblo, ya que no hay autos ni trenes, lo que les impide a los pobladores ir a trabajar.
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La situación de salud también es grave, con personas enfermas, incluidos diabéticos y personas en sillas de ruedas o sin piernas. “No lo hubiéramos sabido si no hubiéramos subido hasta los pisos superiores de las casas y edificios, porque los ascensores no funcionan”, comentó.
“Una red impresionante” de voluntarios
En medio de las dificultades que afronta el equipo de las Salesianas Misioneras, Dios se ha hecho presente a través de la generosidad de cientos de voluntarios. A las monjas se han sumado jóvenes de la Universidad Católica de Valencia, de la sede de Alzira, a quienes ellas sirven en la pastoral universitaria.
“Más personas se han sumado gracias a los videos que publicamos en las redes sociales, y también gracias a amigos sacerdotes que se iban enterando de que estábamos haciendo una presencia muy fuerte en el Raval. Por ejemplo, un sacerdote que trabaja como capellán de la universidad, envió a 50 chavales”, contó.
“El fin de semana pasado, hemos llegado a ser 450 voluntarios que nosotros mismos hemos intentado organizar. Y luego voluntarios que aparecían de la nada”, agregó la religiosa.
De acuerdo a la hermana, los misioneros y voluntarios han logrado dividirse la ciudad para llevar cientos de platos calientes a las personas que pasan hambre. “Teníamos un grupo de unas 30 personas dentro de la parroquia San José Obrero ordenando las bolsitas de comida, y a los misioneros que las llevaban por todas las calles”.
“Llegamos a ser 450 voluntarios entre el sábado y unos 200 el domingo. Es una red impresionante”, subrayó.
“Prefiero un abrazo tuyo que un plato de comida”
Pero no sólo de pan vive el hombre, recordó la religiosa, afirmando que “el Señor habla sobre todo en lo humano, desde lo que somos, desde la esperanza”; no sólo desde la ayuda material.
“Por ejemplo, varias señoras que son amorosas me dicen: ‘prefiero un abrazo tuyo que un plato de comida’. Y yo le respondo: ‘Venga, señora, usted va a tener los abrazos que quiera y este plato de comida caliente’. Dios también está en ese abrazo”, afirma.
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La hermana Clara explicó que, además de continuar recibiendo donaciones y buscando más voluntarios, están trabajando en profesionalizar el servicio que brindan a la comunidad, con el objetivo de conocer a fondo a cada persona en el barrio, identificar sus necesidades y ofrecerles ayuda personalizada.
“¿Hasta cuándo seguiremos? No lo sé. Llevamos más de 20 días aquí, pero es imposible dejar de ir. Cuando empiezas a amar, es una experiencia tan humana y tan divina que es imposible abandonarla; te hace pleno”, aseguró.
Dios, “el primero que se embarró”
La religiosa valenciana está convencida de que “Dios siempre está presente y siempre habla” en medio del sufrimiento.
“El drama del ser humano es que nos cuesta desvelarlo. Pero está ahí en cada uno de nosotros y está en la realidad completa y sufriente, porque eso es lo que nos ha prometido. Y en ese Dios creemos. En un Dios que fue el primero que se embarró y el que se encarnó haciéndose uno de nosotros”, aseguró.
La hermana Clara recuerda que al leer el Evangelio, existe una constante: Jesús caminando hacia todos los rincones a lo largo de su vida pública. “Jesús es el primero que nos invita a salir, a caminar, a recorrer, a tocar puerta por puerta”.
La misión no empieza sin la oración y la Eucaristía
En el barrio Raval, la parroquia local San José Obrero aún no ha podido habilitarse para celebrar la Eucaristía abiertamente debido a las labores de limpieza, cuenta la hermana.
Sin embargo, las Eucaristías diarias se han mantenido para un pequeño grupo de misioneros y voluntarios, ya que las instalaciones no permiten albergar a más de 15 personas.
A partir de la semana siguiente, se espera poder ofrecer una celebración más abierta, mientras siguen trabajando en la recuperación de la parroquia.
“Nosotros no empezamos a caminar con pies de barro, no entramos en la acción sin antes haber tenido un momento de contemplación. No hay día en que no hayamos salido del barro sin un ratito de oración, ya sea comunitaria o personal, y con la Eucaristía. Y lo mismo por la noche”, relató.
“Yo creo en un Dios pobre que se encarna en los pobres”
Originaria de Alzira, la hermana lleva la vocación misionera en las venas. Proviene de una familia profundamente dedicada a las misiones, con sus padres y tres hermanos igualmente comprometidos. Afirma que continuará llevando esperanza a los más necesitados, sin descanso.
“Yo creo en un Dios pobre que se encarna en los pobres. La situación que estamos viviendo me hace renovar mi voto de pobreza —ahora mismo material, porque espiritual ninguna—. Esta experiencia me está renovando mi esencia misionera, mi esencia comunitaria y consagrada. Me sigue reafirmando mi vocación al amor, porque estamos llamados a amar”.
La hermana Clara dice que las personas en Raval la “ayudan a ver a Dios… Esta gente me está hablando de Dios desde su sufrimiento, desde su esperanza, desde su fe impresionante y desde su abandono a la Providencia”.
“Entonces, ¿dónde está Dios? Perdón, tienes que ser muy ciego para no verlo. Está presente más que nunca. Porque la bondad del ser humano está… se nota, y sale por los poros”.