Este domingo, antes del rezo del Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre la lectura del día para animar a los fieles a confiar siempre “en el Evangelio, que contiene una promesa de salvación y eternidad, y a dejar de vivir bajo la angustia de la muerte. Porque mientras todo pasa, Cristo permanece”.
El Santo Padre dirigió el rezo de la oración mariana luego de celebrar la Misa por la Jornada Mundial de los Pobres 2024, que tuvo en la Basílica de San Pedro.
Ya desde el balcón del Palacio Apostólico, el Pontífice señaló que “en el Evangelio de la liturgia de hoy, Jesús describe una gran tribulación: ‘El sol se oscurecerá, la luna ya no dará su resplandor’”.
“Ante este sufrimiento —indicó—, muchos podrían pensar en el fin del mundo, pero el Señor aprovecha la ocasión para ofrecernos una interpretación diferente, diciendo: ‘El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán’”.
En ese sentido, explicó que “cuando atravesamos una crisis o experimentamos algún fracaso, así como cuando vemos a nuestro alrededor el dolor causado por las guerras, las violencias, las catástrofes naturales, tenemos la sensación de que todo llega a su fin, y sentimos que incluso las cosas más bellas pasan”.
“Sin embargo, las crisis y los fracasos, aunque dolorosos, son importantes, porque nos enseñan a dar a cada cosa su justo peso, a no atar nuestro corazón a las realidades de este mundo, porque pasarán: están destinadas a pasar”, añadió.