“Cuando sean curas, vayan a las cárceles, es una prioridad”, ha sido la exhortación que hizo a un grupo de seminaristas españoles el Papa Francisco, con quienes se refirió no sólo a las prisiones físicas, sino también a las ideológicas y morales que terminan alejando a las personas de Dios.
El Santo Padre mantuvo este 16 de noviembre un encuentro en la Sala del Consistorio con los seminaristas de las diócesis de Pamplona, Tudela, San Sebastián y Redemptoris Mater.
“Vuestro arzobispo tenía mucha ilusión por esta audiencia y me decía que ustedes apelaban al cariño que yo tengo por las cárceles, de tal manera que les concediera también esta audiencia”, inició el Santo Padre, en un breve discurso improvisado.
Sin embargo, les recordó, “el seminario no es una cárcel, es un lugar donde aprender que un sacerdote es un hombre, un ser humano que quiere redimir, como vuestro arzobispo mercedario, un redentor de cautivos; porque un sacerdote no puede ser otra cosa que una imagen viva de Jesús, el Redentor con mayúsculas”.
El Pontífice les explicó que eso significa muchas cosas, “pero una muy precisa es que debemos descender a las cárceles; a las cárceles gubernativas, ciertamente, a ofrecer a quienes están en ellas el aceite del consuelo y el vino de la esperanza, pero también a todas aquellas prisiones que encarcelan a hombres y mujeres de nuestra sociedad: las prisiones ideológicas, las morales, las que crean la explotación, el desaliento, la ignorancia y el olvido de Dios”.
El Papa Francisco les recordó que desde que era obispo ha celebrado en las prisiones el lavatorio de pies del Jueves Santo.