Los obispos del departamento del Chocó, el más pobre de Colombia, hicieron un llamado para socorrer a las decenas de miles de familias afectadas por las inundaciones del fin de semana, las que se suman al paro armado impuesto por el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
A la medida decretada por el ELN, que rige desde el 9 de noviembre, se le añadieron las consecuencias de 72 horas ininterrumpidas de lluvias que han causado el desborde de los ríos Baudó, Atrato y San Juan, así como inundaciones en el litoral Pacífico del departamento.
La gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba, dijo a Blu Radio que más de 37.000 familias han quedado damnificadas. Además, indicó que el paro armado dificulta trasladar la ayuda a las comunidades, varias de las cuales no sólo han perdido sus viviendas, sino también sus cultivos.
“Es crítico cómo el paro armado interfiere con la atención humanitaria. La gente intenta salir para conseguir alimentos y combustibles, pero los devuelven sin permitirles abastecerse”, denunció.