La finalidad de los cuidados paliativos, al contrario de la eutanasia, es ayudar a la persona que sufre una enfermedad terminal a vivir bien hasta el último de sus días, descubriendo en este proceso la ternura y la misericordia de Dios.
Es la enseñanza que recoge el sacerdote camiliano Alberto Redaelli, promotor de los cuidados paliativos en Ecuador desde hace tres décadas e impulsor de la Fundación Ecuatoriana de Cuidados Paliativos (FECUPAL), de la que en 2014 nació el Hospice San Camilo en la ciudad de Quito.
La labor que realizan los miembros de la fundación y del hospice, guiados por el sacerdote, va a contracorriente de lo que en varios países parece ser la opción de los gobernantes: el apoyo a la eutanasia y al suicidio asistido.
Ello porque cada vez más países aprueban legislaciones a favor de ambas prácticas con el eufemismo de “muerte digna”. El primero fue Países Bajos en el 2002, luego le siguieron Bélgica, Luxemburgo, Canadá, entre otros países.
En el caso de Ecuador, la eutanasia fue despenalizada por la Corte Constitucional en febrero de 2024 y actualmente hay un proyecto de ley para legalizarla.