“¿Por qué no hemos de esperar también las mismas gracias y favores, si somos devotos de esta buena madre?”, preguntó San Alfonso. “Y si con amor más especial la servimos, ¿por qué no podemos esperar obtener la gracia de ir inmediatamente después de la muerte al paraíso, sin entrar en el Purgatorio?”, añadió.
María durante y antes del Purgatorio
En el día de los Fieles Difuntos —cualquier día, de hecho— podemos ayudar a nuestra Madre de Misericordia por las almas del Purgatorio: parientes, amigos, los abandonados y olvidados. Reza a nuestra Santísima Madre para que ayude y consuele a estas almas y las lleve al Cielo.
Como aconsejaba San Alfonso: “Si queremos ayudar a las santas almas del Purgatorio, procuremos acordarnos de ellas en todas nuestras oraciones a la Santísima Virgen, aplicándoles especialmente el Santo Rosario, que les procura un gran alivio”.
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A Santo Domingo le dijo un alma que salía del Purgatorio y se dirigía al Cielo que “una de las principales fuentes de alivio para las almas del Purgatorio es el Rosario que se reza por ellas; y que, en cuanto llegan al paraíso, rezan por quienes les aplican estas poderosas oraciones”.
San Alfonso también compartió que según San Bernardino “los siervos de María atormentados por esos dolores son a menudo visitados y socorridos por ella. Ved, pues, cuán importante es ser siervo de esta buena Señora; porque Ella nunca olvida a los tales cuando están sufriendo en esas llamas. Y aunque María socorre a todas las almas del Purgatorio, siempre obtiene más indulgencias y alivios para aquellas que le han sido especialmente devotas”. Esta es una excelente razón para que nosotros también seamos devotos ahora de nuestra Madre de Misericordia.
Mirando hacia el futuro para nosotros mismos y para los demás, para evitar o acortar el Purgatorio, el sacerdote jesuita F.X. Schouppe, en su libro Purgatorio, ilustrado por las vidas y leyendas de los santos, aconsejaba: “En primer lugar, para obtener una gran pureza de alma y, en consecuencia, tener pocas razones para temer el Purgatorio, debemos abrigar una gran devoción hacia la Santísima Virgen María”. Tener “fidelidad en llevar su escapulario; caridad para con los vivos” y hacer obras de misericordia.
Y añadió: “Esta buena Madre asistirá de tal modo a sus queridos hijos en la purificación de sus almas y en la abreviación del Purgatorio, que puedan vivir con la mayor confianza. Desea incluso que no se inquieten sobre este tema, y que no se dejen desanimar por un miedo excesivo, como Ella misma se dignó declarar”.
En esta Jornada de Difuntos, reza para que María, nuestra Madre de Misericordia, visite el Purgatorio y lleve muchas almas de allí al Cielo. Ayudémosla con un Rosario por ellas.
Adaptado y traducido por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.