El Papa Francisco presidió hoy la Santa Misa en sufragio 7 cardenales y 116 obispos fallecidos en el último año desde el altar de la Cátedra en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre las últimas palabras que dirigió al Señor a uno de los dos crucificados que estaban junto a Él.
“No es un discípulo el que las pronuncia, no es uno de aquellos que siguieron a Jesús por las calles de Galilea y compartieron con Él el pan en la Última Cena. El hombre que se dirige al Señor es, en cambio, un malhechor. Uno que lo encuentra sólo al final de su vida, uno cuyo nombre desconocemos” resaltó.
Según el Santo Padre, este condenado “nos representa a todos, podemos darle nuestro propio nombre. Podemos, sobre todo, hacer nuestra su súplica: ‘Jesús, acuérdate de mí’. Mantenme vivo en tu memoria”.
En este sentido, puntualizó que recordar significa “traer de nuevo al corazón”, volver a poner en el corazón. Aquel hombre, crucificado junto a Jesús, “transforma un gran dolor en oración: Jesús, llévame en tu corazón”, añadió el Pontífice.
Remarcó asimismo que “no lo pide con voz de angustia, como la de un derrotado, sino con un tono lleno de esperanza”.