El delegado episcopal de liturgia de la Diócesis de Cartagena (España), P. Ramón Navarro, explica que la única excepción a la presentación del pan y el vino ante el altar en la Eucaristía es dinero u otros dones para los pobres o la Iglesia.
En el último número de la revista diocesana Nuestra Iglesia, el liturgista realiza un análisis sobre el momento de la preparación y presentación de los dones ante el altar que popularmente se conoce como “ofertorio”.
En la última parte de su reflexión, el P. Navarro aborda la cuestión sobre los dones que se presentan ante el altar y que en ocasiones van más allá de la indicación escueta del pan y el vino que aparece en el Misal: “Solo. Exclusivamente. Nada más”, enfatiza.
El liturgista detalla que “solemos, especialmente en las Misas con niños o en las celebraciones, por ejemplo, patronales, añadir un montón de cosas que traemos al altar, dándoles un carácter ofertorial”.
Incluso, añade, se acompañan estos gestos con moniciones del tipo: “Junto con el pan y el vino te ofrecemos este objeto, que significa tal cosa”. Sin embargo, subraya que “eso no tiene sentido en ese momento de la celebración y desdibuja su finalidad”.
Al presentar u ofrecer otros objetos distintos de las especies eucarísticas, se corre el riesgo de que “este momento de la preparación de los dones gira en torno a nosotros, en vez de prepararnos y disponernos para lo que viene después”.