Los Museos Vaticanos dieron a conocer esta semana una de sus adquisiciones más celebradas, el Apolo de Belvedere, después de años de intenso trabajo de restauración en la antigua estatua de mármol, llevado adelante por los Mecenas de las Artes de los Museos Vaticanos (PAVM, por sus siglas en inglés).
Tras el descubrimiento de la estatua en Roma en 1489, el Papa Julio II solicitó que el Apolo de Belvedere fuera llevado al Vaticano a principios del siglo XVI para formar parte de una colección papal conocida como el Patio de las Estatuas de Belvedere, que resaltaba los orígenes míticos de la antigua Roma.
Mons. Terence Hogan, coordinador de PAVM y sacerdote de la Arquidiócesis de Miami (Estados Unidos), dijo que la restauración del Apolo Belvedere es “significativa porque nos da una idea de la historia temprana de Roma”, antes del surgimiento del cristianismo.
“Nos permite conocer la cultura, la fe y la historia”, indicó Mons. Hogan en una entrevista con EWTN News. “Nosotros [los Museos Vaticanos] somos el museo más antiguo del mundo, por lo que ahora la gente de todo el mundo puede apreciar la fe, el arte, la historia y la cultura de tantos siglos”, agregó.
La restauración del Apolo Belvedere, dirigida por el Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas de los Museos Vaticanos, enfrentó varios desafíos antes de su inauguración oficial el 15 de octubre, incluido el brote de la pandemia del COVID-19 en diciembre de 2019, que retrasó el proyecto.