“Los católicos en todo el país han sido un signo visible del amor de Cristo al acompañar a los refugiados durante décadas”, señaló Mons. Mark Seitz, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), al expresar su gratitud por las contribuciones de la comunidad católica en el reasentamiento de refugiados en el país.
Esta semana, el presidente Joe Biden firmó la Determinación Presidencial sobre Admisiones de Refugiados para el año fiscal 2025, estableciendo el límite en 125.000 personas. En 2024, se logró reasentar a 100.000 refugiados, una cifra que no se alcanzaba desde 1994, a pesar de la progresiva crisis de desplazamiento forzado a nivel mundial, con más de 120 millones de personas afectadas según la ONU.
Mons. Seitz, quien también dirige la Diócesis de El Paso, Texas, ubicada en la frontera con México, destacó que el esfuerzo conjunto de la comunidad católica a través del Departamento de Servicios de Migración y Refugiados (MRS) y las agencias locales de Catholic Charities (Caridades Católicas) ha sido esencial para este logro, ayudando a los refugiados a integrarse exitosamente en sus nuevas comunidades. El MRS es una de las diez agencias nacionales que trabajan en asociación con el gobierno federal en el Programa de Admisión de Refugiados de los Estados Unidos (USRAP).
“Mis hermanos obispos y yo no podríamos estar más agradecidos por el testimonio de los católicos fieles en todo nuestro país, quienes durante muchas décadas se han comprometido a acompañar a los refugiados como un signo visible del amor de Cristo en el mundo”, declaró.
Mons. Seitz, al reflexionar sobre el contexto más amplio de esta labor, destacó: “Habiendo marcado junto a nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, y la Iglesia Universal el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, ¿qué mejor momento para dar gracias a Dios por las bendiciones recíprocas que estos esfuerzos generan? Desde la protección vital para las familias refugiadas hasta la renovación económica que ofrecen a las comunidades que los reciben, esto es parte de lo que significa ‘amar al prójimo’”.
Además, el obispo subrayó la coherencia de estos esfuerzos con los principios fundamentales de la Iglesia: “Al entrar en el Mes del Respeto a la Vida, reconocemos esto como una de las muchas formas en que la preocupación de la Iglesia por la santidad de la vida humana se manifiesta”.