Fundado el 2 de octubre de 1928 por el sacerdote español Josemaría Escrivá, el Opus Dei nació de su visión de ayudar a los laicos católicos a comprender la vocación bautismal de la santidad y la evangelización. El sacerdote deseaba demostrar que todos los católicos están llamados por Dios a convertirse en santos, y buscó desarrollar programas de formación católica para ayudarlos en su misión.
Llamó a la organización Opus Dei para enfatizar su creencia de que su fundación era una “obra de Dios” o, en latín, “Opus Dei”.
La organización comenzó como un programa de formación espiritual e intelectual católica para laicos y comenzó a admitir mujeres en sus programas de formación dos años después de su fundación.
Técnicamente, el Opus Dei es una “prelatura personal” que, según el derecho canónico, es una estructura eclesiástica que consiste en “presbíteros y diáconos del clero secular” unidos para “llevar a cabo peculiares obras pastorales o misionales”.
Los sacerdotes y diáconos de la prelatura no son miembros de una orden religiosa, como los jesuitas o los benedictinos, y por lo tanto no hacen votos públicos de pobreza, castidad y obediencia como lo hacen los sacerdotes y religiosos. En cambio, son clérigos seculares, como lo son los sacerdotes diocesanos, lo que significa que, al igual que los sacerdotes diocesanos, están obligados al celibato y a la obediencia, pero no están obligados a la pobreza o a otros aspectos de la vida monástica o religiosa.
El trabajo y la estructura del Opus Dei involucran también a laicos católicos que se asocian a la misión de la prelatura mediante acuerdos individuales, tal como se definen en los estatutos de la organización o en los documentos rectores. De hecho, la mayoría de los implicados en la obra y en la misión del Opus Dei son laicos.