El Papa Francisco dirigió un extenso discurso el pasado 20 de septiembre en el Palacio San Calixto de Roma a los participantes en la reunión organizada por Encuentros Populares, un movimiento cuyo objetivo es “el cambio social”.
El evento fue promovido también por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral para conmemorar los diez años de la primera reunión con el Pontífice.
Al inicio de su discurso, el Santo Padre pidió perdón por “hablar mucho de los pobres y poco de la clase media” y precisó que, “cuando el Papa habla, habla para todos porque la Iglesia es para todos".
"Pero no puede sustraerse de la centralidad de los pobres en el Evangelio. Y esto no es comunismo, es Evangelio puro”, advirtió.
Aunque reconoció la contribución de los empresarios al desarrollo, también destacó que la riqueza no se distribuye equitativamente, lo que provoca violencia y desolación.
Expresó su conformidad con que los “billonarios” paguen más impuestos y aseguró que reza “para que los económicamente poderosos salgan del aislamiento, rechacen la falsa seguridad del dinero y se abran para compartir bienes que tienen un destino universal porque todos derivan de la Creación”.