“Me alegró el corazón poder pasar algún tiempo con los misioneros y catequistas de hoy; y me conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencia, sin colonialismo económico o ideológico”, expresó.
En este sentido, resaltó que Papúa Nueva Guinea puede ser un “laboratorio” de este modelo de desarrollo integral, animado por el “fermento” del Evangelio.
Destacó también la valentía de los misioneros de Vanimo, quienes se adentran en el bosque en busca de las tribus más escondidas y que la fe debe ser “inculturada” y que las culturas se evangelizan. Fe y cultura.
“No olvidaré nunca la sonrisa de los niños”
Las Mejores Noticias Católicas - directo a su bandeja de entrada
Regístrese para recibir nuestro boletín gratuito de ACI Prensa.
Click aquí
Respecto a su parda en Timor Oriental, destacó que se trata de un pueblo “probado pero alegre, un pueblo sabio en el sufrimiento”.
“Un pueblo que no sólo genera muchos niños, — había un mar de niños, muchos— , sino que les enseña a sonreír. No olvidaré nunca la sonrisa de los niños, de aquella patria, de aquella región. Sonríen siempre los niños allí, y son tantos”, señaló.
Además, afirmó que allí vio la juventud de la Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. “Yo querría decir, sin exagerar, que respiré aire de primavera”.
Una esperanza más grande que los beneficios económicos
La última etapa de este viaje fue Singapur, "un país muy diferente de los otros tres".
“Los cristianos allí son una minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las diferentes etnias, culturas y religiones”, expresó.