14 de diciembre de 2024 Donar
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¿Qué enseña la Iglesia Católica sobre la inmigración y los inmigrantes?

“No basta con simpatizar con las aspiraciones y la difícil situación de los inmigrantes ilegales. También debemos considerar las consecuencias de no controlar nuestras fronteras”, dijo el difunto P. Theodore Hesburgh, quien se desempeñó como presidente de la Comisión Selecta de Política de Inmigración y Refugiados de Estados Unidos, creada por el Congreso de Estados Unidos a principios de los años 1980. / Crédito: Foto cortesía de la Universidad de Notre Dame.

El Papa Francisco, que ha sido durante mucho tiempo un defensor de los inmigrantes, en particular de aquellos que huyen de países devastados por la guerra y regiones empobrecidas, pronunció el mes pasado algunas de las palabras más claras de su pontificado en apoyo de los migrantes y en reproche a quienes les dan la espalda. 

“Hay que decirlo con claridad: hay quienes trabajan sistemáticamente y con todos los medios posibles para repeler a los migrantes”, dijo el Papa durante su Audiencia General semanal . “Y esto, cuando se hace con conciencia y responsabilidad, es un pecado grave”, añadió.

“En la época de los satélites y de los drones hay hombres, mujeres y niños migrantes que nadie debe ver”, afirmó el Papa. “Los esconden. Sólo Dios los ve y escucha su grito. Esta es una crueldad de nuestra civilización”, precisó.

El Papa se ha pronunciado con regularidad a favor de los inmigrantes. En junio, pidió a los fieles que se unieran “en oración por todos aquellos que han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida dignas”. El Santo Padre ha calificado la protección de los inmigrantes como un “imperativo moral” y ha sostenido que los inmigrantes “deben ser recibidos” y tratados con humanidad.

Los migrantes a bordo de un barco inflable en el mar Mediterráneo se acercan al destructor de misiles guiados USS Carney en 2013. Carney proporcionó comida y agua a los migrantes a bordo del barco antes de coordinarse con un buque mercante cercano para llevarlos a un lugar seguro. Crédito: Comandante, Fuerzas Navales de EE. UU. Europa-África/Sexta Flota de EE. UU., dominio público, a través de Wikimedia Commons.

La Iglesia Católica ha sido durante mucho tiempo defensora y protectora de los inmigrantes. La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) señala en su sitio web que “gran parte de enseñanzas de la Iglesia, incluidas encíclicas papales, declaraciones de obispos y cartas pastorales, ha reforzado constantemente nuestra obligación moral de tratar al extranjero como trataríamos al mismo Cristo”.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que las naciones prósperas “están obligadas, en la medida de sus posibilidades, a acoger al extranjero que busca la seguridad y los medios de subsistencia que no puede encontrar en su país de origen”.

Mientras tanto, a lo largo de los años, los Papas han expresado sentimientos similares a los de Francisco sobre la inmigración. El venerable Papa Pío XII, por ejemplo, en 1952, describió la huida de la Sagrada Familia a Egipto como “el arquetipo de toda familia de refugiados”.

La Iglesia, dijo Pío XII, “ha sido particularmente solícita en proporcionar toda la asistencia espiritual posible a los peregrinos, extranjeros, exiliados y emigrantes de toda clase”. 

Mientras tanto, “asociaciones devotas” a lo largo de los siglos han encabezado “innumerables hospicios y hospitales” en parte para inmigrantes, indicó Pío XII. 

Implicaciones y aplicaciones de la enseñanza de la Iglesia

Chad Pecknold, profesor asociado de Teología Sistemática en la Universidad Católica de América, señaló que el Catecismo “enseña que las naciones tienen derecho a tener fronteras y a autodefinirse, por lo que no tiene sentido que la enseñanza católica apoye el objetivo progresista de ‘fronteras abiertas’”.

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“Existe un ‘deber de cuidado’ que se debe a quienes huyen del peligro”, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News—, “pero la ciudadanía no se le debe a nadie que pueda cruzar una frontera nacional, y la entrada ilegal o el asilo no pueden tomarse como una deuda de ciudadanía”.

Paul Hunker, un abogado de inmigración que anteriormente se desempeñó como asesor principal del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) en Dallas, estuvo de acuerdo.

“Los Estados tienen que asumir la responsabilidad de sus propias comunidades, tienen que velar por ellas”, dijo a CNA. “Para que la inmigración pueda regularse de manera que no perjudique el bien común”, agregó.

Aún así, señaló Hunker, los defensores católicos no se equivocan al responder a las crisis de inmigración (como el flujo irregular en curso a través de la frontera sur de Estados Unidos) con ayuda y asistencia.

Paul Hunker, abogado de inmigración y ex asesor principal del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) en Dallas, dice que los defensores católicos no se equivocan al responder a las crisis de inmigración, como la afluencia irregular en curso a través de la frontera sur de Estados Unidos, con ayuda y asistencia. Crédito: Foto cortesía de Paul Hunker.

Muchas organizaciones católicas ofrecen refugio, comida y asistencia legal a hombres, mujeres y niños que cruzan al país ilegalmente; estos grupos se han visto abrumados en los últimos años por la gran cantidad de inmigrantes que llegan a la frontera sur del país.

“Es responsabilidad del gobierno federal cuidar la frontera”, dijo. “Cuando el gobierno ha creado una crisis en la frontera de Estados Unidos, las diócesis católicas van a querer ayudar a la gente”, resaltó.

“Apoyo plenamente lo que están haciendo las organizaciones católicas en México y Estados Unidos para ayudar a la gente que está allí”, dijo Hunker. “Las personas que están respondiendo no son responsables de estas crisis”, expresó.

Última crisis y desafío legal

No todo el mundo piensa lo mismo. El fiscal general de Texas, Ken Paxton, ha iniciado una investigación sobre varias organizaciones católicas sin fines de lucro que prestan servicios a inmigrantes ilegales en el estado. Paxton afirma que, a través de los servicios que brinda a los inmigrantes, Annunciation House, con sede en El Paso, ha estado facilitando la inmigración ilegal y el tráfico de personas.

Un abogado del grupo calificó las acusaciones de “absoluta tontería”, aunque el abogado Jerome Wesevich reconoció que la organización sin fines de lucro “sirve a personas indocumentadas como expresión de la fe católica y del mandato de Jesús de amarnos unos a otros, sin excepciones”.

Hay un número considerable de enseñanzas de la Iglesia que subrayan la necesidad de una respuesta caritativa a los inmigrantes. 

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En su encíclica Pacem in terris de 1963 , el Papa San Juan XXIII sostuvo que el hombre “tiene derecho a la libertad de movimiento y de residencia dentro de los confines de su propio estado”, y además que “cuando existan justas razones a favor, se le debe permitir emigrar a otros países y fijar allí su residencia”.

Mientras tanto, en la encíclica Caritas in Veritate, el Papa Benedicto XVI reconoció en 2009 que la migración plantea “desafíos dramáticos” para las naciones, pero que los migrantes “no pueden ser considerados como una mercancía o una mera fuerza de trabajo”. 

“Todo migrante es una persona humana que, como tal, posee derechos fundamentales e inalienables que deben ser respetados por todos y en cualquier circunstancia”, escribió el difunto Papa. 

Edward Feser, profesor de filosofía en el Pasadena City College de California, señaló que la Iglesia “enseña que las naciones deben dar la bienvenida a los inmigrantes, que deben ser sensibles a las dificultades que los llevan a emigrar, que no deben usarlos como chivos expiatorios de los problemas internos, etc.”.

La enseñanza católica no aboga por una política de “fronteras abiertas”

Sin embargo, la enseñanza católica no aboga por una política de “fronteras abiertas”, afirmó Feser. Subrayó que el Catecismo dice que los países deben aceptar a los inmigrantes “en la medida de sus posibilidades” y que los países “pueden someter el ejercicio del derecho a inmigrar a diversas condiciones jurídicas”.

“No hay nada en sí que esté en conflicto con la enseñanza católica cuando los ciudadanos y los políticos piden al gobierno federal que aplique sus leyes de inmigración”, dijo Feser. “Por el contrario, el catecismo los respalda en esto”, aseguró.

Además, Feser sostuvo que es “perfectamente legítimo” que los gobiernos consideren tanto las preocupaciones económicas como las culturales al establecer políticas de inmigración. También es “legítimo deportar a quienes ingresan ilegalmente a un país”, afirmó.

Aun así, reconoció, un país puede emitir excepciones a leyes de inmigración válidas cuando la situación moral lo exige.

“Por supuesto, puede haber casos individuales en los que una nación debería renunciar a su derecho a deportar a quienes ingresan ilegalmente, y casos en los que la forma en que ocurren las deportaciones está asociada con riesgos morales, como cuando hacerlo rompería familias o devolvería a un inmigrante a condiciones peligrosas en su país de origen”, dijo.

“Los gobiernos deberían tener esto en cuenta al formular y aplicar políticas”, afirmó.  

La tensión entre responder caritativamente a los inmigrantes y garantizar una frontera segura fue quizás expresada más sucintamente en 1986 por el difunto padre Theodore Hesburgh, quien se desempeñó como presidente de la Comisión Selecta de Estados Unidos para la Política de Inmigración y Refugiados que fue creada por el Congreso de Estados Unidos a principios de los años 1980.

“No basta con simpatizar con las aspiraciones y la difícil situación de los inmigrantes ilegales. También debemos considerar las consecuencias de no controlar nuestras fronteras”, dijo el difunto P. Theodore Hesburgh, quien se desempeñó como presidente de la Comisión Selecta de Política de Inmigración y Refugiados de Estados Unidos, creada por el Congreso de Estados Unidos a principios de los años 1980. Crédito: Foto cortesía de la Universidad de Notre Dame.

Varios años después de la comisión, Hesburgh escribió: “No basta con simpatizar con las aspiraciones y la difícil situación de los inmigrantes ilegales. También debemos considerar las consecuencias de no controlar nuestras fronteras”. 

“¿Qué pasa con las aspiraciones de los estadounidenses que deben competir por empleos y cuyos salarios y estándares laborales se ven deprimidos por la presencia de grandes cantidades de inmigrantes ilegales?”, reflexionó el legendario y difunto presidente de la Universidad de Notre Dame. 

“¿Qué pasa con los extranjeros que son víctimas de empleadores sin escrúpulos y que mueren en el desierto a manos de los contrabandistas?”, agregó.

“La nación no necesita esperar hasta que nos enfrentemos a una elección entre el caos migratorio y el cierre de las fronteras”, afirmó Hesburgh hace casi 40 años.


Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

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