Como el corazón envía la sangre a todo el cuerpo, “así la Eucaristía es la fuente de la fraternidad y configura sinodalmente a la Iglesia”, expresó el Cardenal Mauro Gambetti, Arcipreste de la Basílica de San Pedro, durante su intervención de hoy 12 de septiembre en el Congreso Eucarístico Internacional de Quito.
“Se puede decir que la fraternidad completa es el fruto maduro de la Eucaristía, porque esta es la fuente de todo, en el mismo modo en que el corazón manda el oxígeno al cuerpo”, remarcó.
Sin la Eucaristía, comentó el purpurado, “la humanidad no podría entender cuál es el principio promotor de su camino hacia la reconciliación del amor”. Su ponencia se tituló Por una Iglesia Sinodal, un objetivo que se logra sólo “a partir de la atención a las necesidades de la gente”.
Sin embargo, el cardenal precisó que muchas veces “no sabemos qué hacer con lo poco que tenemos y que somos”, lo que hace muy difícil poder sanar las heridas, las injusticias y las prevaricaciones que abundan en el mundo. Esto, continuó, se supera sólo trayendo al corazón “el recuerdo eucarístico de la donación de Dios”, del cual los bautizados estamos llamados a nutrirnos para poder compartirlo con los más vulnerables.
“La sinodalidad se nutre, sobre todo, de un gesto natural cotidiano”, afirmó el Cardenal Gambetti. Ese gesto, recibir a Jesús Sacramentado, “nos lleva a nutrirnos de la misma vida” y a compartir con nuestros hermanos.
“Estoy convencido de que para asumir un movimiento intrínsecamente sinodal, debe ocurrir una conversión religiosa: la aceptación plena de la Encarnación y de la revelación de Jesús como pan vivo bajado del cielo”, agregó.