Mons. Munilla en Quito: Sin Jesucristo no sabemos amar
Mons. José Ignacio Munilla dictó una poderosa conferencia el miércoles 11 de septiembre en el Congreso Eucarístico Internacional en Quito./ Crédito: Eduardo Berdejo - EWTN News
El Obispo de Orihuela-Alicante, Mons. José Ignacio Munilla, dio una poderosa conferencia este miércoles en el Congreso Eucarístico Internacional en Quito, en la que animó a todos a volver la mirada hacia Jesús: “Necesitamos de Cristo para amar. Sin Jesucristo no sabemos amar”.
El obispo y teólogo español subrayó la importancia de la gracia divina para poder vivir el mandamiento del amor. En un tono enfático, preguntó a los miles de asistentes: “¿Podríamos acaso cumplir el mandamiento de amarnos unos a otros como Jesús nos ha amado, o incluso el mandamiento de amar al prójimo como a ti mismo, sin la gracia de Jesucristo? Imposible”.
Durante su conferencia titulada “El Sagrado Corazón de Jesús, exigencia de fraternidad”, Mons. Munilla recordó que los seres humanos “estamos debilitados por el pecado”, y por tanto, “no somos capaces de amar”.
“Necesitamos del Corazón de Jesús como escuela de amor. Sin el amor infinito de Dios, que funda la fraternidad evangélica, no hay esa esperanza”, subrayó en el cuarto día de este evento mundial, al que asisten delegaciones de 54 países.
Mons. Munilla se dirigió especialmente a aquellas personas que sufren heridas emocionales y afectivas en cualquiera de sus formas, reafirmando que “sin la gracia de Cristo, resulta imposible sanarlas”.
“Por ejemplo, el narcisismo. ¿Cuánto nos hace sufrir el narcisismo? El pansexualismo. ¿Cuánto nos hace sufrir el sexo divorciado del amor? La desconfianza. ¿Cuánto nos hace sufrir esa distancia entre nosotros? No nos fiamos unos de otros porque nos hemos fallado ya muchas veces. Todas esas heridas afectivas necesitan ser sanadas por el Corazón de Cristo”, explicó.
El prelado enfatizó que a través del Sagrado Corazón de Jesús revelado en los Evangelios –y al que le tiene especial devoción– es posible “confiar, entregarnos generosamente, vivir en pureza, olvidarnos de nosotros mismos yentregarnos con generosidad”.
Al iniciar su discurso, Mons. Munilla destacó que este Congreso Eucarístico Internacional subraya el hecho de que Ecuador fue la primera nación en consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús hace 150 años y también la primera en organizar un Congreso Eucarístico Nacional 10 años después de aquella consagración.
Además, comparó esta dedicación con la imagen del Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles en España, que lleva la inscripción “Reinaré en España”, sugiriendo que en Ecuador, en el centro del mundo, también se podría decir “Reinaré en el mundo”. “Que Cristo reine, que Cristo reine, que el reinado de Cristo se haga realidad. Esto lo proclamamos desde aquí, desde el centro del mundo”, acotó.
“Existimos porque somos amados”
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El Obispo de Orihuela-Alicante también destacó que este año se cumple el 350 aniversario de la revelación del Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque, quien recibió un mensaje crucial: “He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres”. Sin embargo, inmediatamente después recibió el mensaje de que, a menudo, este amor ha sido correspondido con ingratitud.
“Es un drama que Dios no sea correspondido, que Dios te esté diciendo ‘te quiero’, ‘te quiero’, y que nosotros a veces respondamos con indiferencia”, reflexionó.
A pesar del rechazo del hombre, el obispo español recuerda que el Corazón de Jesús es “un gran signo” que pone el acento “en la declaración de amor que Dios ha hecho a la humanidad”.
“El signo del corazón de Jesús es: existimos porque somos amados (…) Si yo no hubiese sido amado en una decisión de Dios libérrima, que decidió traerme al mundo por amor, ni existiría”, recordó a la audiencia.
“Si Dios me ama… no tengo ningún derecho a auto despreciarme”
Mons. Munilla explicó que muchas personas sufren por una autoestima baja, sintiéndose desvaloradas cuando enfrentan críticas o falta de aceptación. Sin embargo, afirmó que para enfrentar la crisis de sentido actual, es crucial entender que “Dios me quiere, Dios me ama”.
“Si Dios me ama y me quiere, y así lo ha revelado el Corazón de Cristo, yo no tengo ningún derecho a auto despreciarme o pensar que esta vida no tiene sentido”, exhortó con esperanza.
Dios no sólo nos ama, también es nuestro Padre y “quiere que todos conozcan a Jesucristo”
El Obispo Munilla explicó que a Dios le llamamos Padre, en primer lugar, porque nos ha creado a todos, y “ha creado el mundo y ha pensado en el bien de todos sus hijos”.
“Dios Padre quiere que todos conozcan a Jesucristo (…) Dios Padre envió al mundo a su Hijo para redimirnos del pecado. Jesús nos rescató al precio de su sangre derramada para obtener el perdón de los pecados, y nuestra fe confiesa que su redención no se limitó a perdonarnos, sino que, en el colmo de su misericordia, nos elevó a la condición de hijos, en un sentido muy superior al que teníamos por la creación”, explicó el teólogo español.
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En ese sentido, recordó que Dios Padre “nos hace partícipes de la filiación divina de Jesucristo”. “Somos hijos en el Hijo. Es increíble eso. Es como si hubiésemos sido injertados en la relación paterno-filial que existe entre Jesús y el Padre. Y la gracia de Cristo nos introduce en esa relación”, afirmó con emoción.
En pocas palabras, Mons. Munilla resaltó a la audiencia que “en Jesucristo estamos introducidos en el seno de la Santísima Trinidad”. No obstante, a diferencia de lo que acontece en el resto de la creación, “esta filiación sobrenatural tiene que ser acogida libremente por la fe” y por cada uno de nosotros a través del sacramento del Bautismo.
El obispo también fue claro al señalar que “no hay otro nombre bajo el cielo en el que podamos ser salvados”. “Es Jesús quien nos salva, lo dice Hechos de los Apóstoles, capítulo cuarto, versículo 12: ‘No hay otro nombre bajo el cielo en el que podamos ser salvados’”.
“El Corazón de Jesús es una escuela de amor… y me da la gracia para amar”
Mons. Munilla expuso que el compartir la “maravillosa paternidad de Dios” trae consigo muchas consecuencias para el hombre, principalmente, que estamos llamados a descubrir una relación de “fraternidad” íntima con el Señor; y en consecuencia, el Corazón de Jesús es la clave para lograrlo, ya que es la “escuela de amor” que permite ese vínculo.
El prelado español lo resumió de la siguiente manera: “Permitidme esta expresión: El Corazón de Jesús es la escuela humana del amor divino y es la escuela divina del amor humano. Digo que es la escuela humana del amor divino porque, con lenguaje humano, Jesús, que es el revelador del Padre, nos dice que Dios es amor. No sólo me enseña a amar, no sólo me dice que Dios es amor, sino que me capacita para amar, me da la gracia para amar”.
Mons. Munilla destacó que el pecado original y sus consecuencias “ha debilitado mucho la capacidad de amar del ser hombre”, pero que Cristo mismo proporcionó al ser humano la manera de santificarse a través de la Eucaristía, que “nos configura con el corazón de Jesús”.
“Del corazón de Jesús brota la Eucaristía, y de la Eucaristía brota esa transformación de mi corazón de piedra”
Cerca del final de su conferencia, Mons. Munilla subrayó la profunda conexión entre la imagen del Corazón de Jesús y la Eucaristía. Recordó que en la Última Cena, durante la cual se instituyó la Eucaristía, el discípulo amado, Juan, reclinó su cabeza sobre el pecho de Cristo. “Esto es todo un símbolo de que el Corazón de Jesús nos da la Eucaristía. ¿Recordáis?: ‘Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer’ (Lc. 22, 15)”.
Por tanto, señaló: “El Corazón de Jesús nos da la Eucaristía, pero, al mismo tiempo, la Eucaristía nos configura con el Corazón de Jesús. Son dos movimientos simultáneos y rotativos: del Corazón de Jesús brota la Eucaristía, y de la Eucaristía brota esa transformación de mi corazón de piedra en un corazón semejante al de Jesús”.
Mons. Munilla resaltó que, al comprender que en la Eucaristía ocurre el gran milagro de la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús, la “comunión frecuente bien realizada y la adoración eucarística serán claves del milagro de la transformación interior”.
“Tú,al recibir a Jesucristo, también te transformas, aprendes a amar. Si aprendes a amar, cambia tu familia; hay una transustanciación también. Y cambia tu trabajo, porque antes trabajabas amargado, pero ahora trabajas de manera vocacional. Te cambia la vida, te cambia tu trabajo, te cambia tu vivir en la parroquia”, afirmó.
Finalmente, Mons. Munilla resaltó a la audiencia la importancia de que “seamos unos enamorados de la Eucaristía, porque la Eucaristía se encargará de cristificarnos. Nos eucaristizamos para cristificarnos”.
“Termino acudiendo al corazón inmaculado de María, para que también ella nos enseñe a amar (…) Miremos a María: no ha existido en la historia un corazón humano indiviso como el de ella. Y por ello, invocamos con fe: ‘Sagrado corazón de Jesús, en vos confío; dulce corazón de María, sed la salvación mía’”, concluyó.
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