VATICANO,
Durante una emotiva ceremonia en el corazón del Kremlin en Moscú, el Papa Juan Pablo II llamó al Patriarca Alexis II –en un mensaje leído por un sacerdote- a continuar con los esfuerzos por lograr la unidad de los cristianos de oriente y occidente.
Durante la ceremonia, un sacerdote católico ruso unido a la delegación presidida por el Cardenal Walter Kasper, leyó el mensaje del Papa, en el que el Pontífice señala que después de un largo período de sufrimiento para el pueblo ruso, “el Señor de la historia, que dispone todas las cosas según su voluntad, hoy nos concede la alegría común y la esperanza mientras el Icono de la Madre de Dios de Kazan retorna a su tierra natal”.
El Pontífice señaló que en su Divina Providencia “durante estos largos años de su peregrinación la Madre de Dios en su sagrado icono conocido como Kazanskaya ha reunido en torno a sí a los fieles ortodoxos y a sus hermanos católicos de otras partes del mundo”. “Más recientemente –sigue la carta papal- la Divina Providencia hizo posible al pueblo y la iglesia de Rusia recuperar y hacer caer el muro que separaba a Europa occidental de Europa oriental”.
“A pesar de las divisiones que penosamente aún persisten entre los cristianos, este sagrado icono aparece como un símbolo de unidad de los seguidores del Único Hijo de Dios, Aquel hacia el cual Ella misma nos conduce”, sigue el mensaje del Papa leído en la ceremonia.
El Santo Padre explica también en el mensaje que ha rezado intensamente para que “llegue el día cuando todos estemos unidos y seamos capaces de proclamar al mundo, con una sola voz y en visible comunión, la salvación de nuestro Señor y su triunfo sobre el mal y las fuerzas impías que tratan de dañar nuestra fe y nuestro testimonio de unidad”.
El Pontífice concluye la carta pidiendo que “La Santa Madre de Dios dirija su mirada maternal hacia los hombres y mujeres de nuestro tiempo; nos ayude a los creyentes a no alejarnos del camino que Dios a puesto ante nosotros: la proclamación de Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida, y un testimonio valeroso de su fe ante la sociedad y ante las naciones”.